Cuando anteponemos intereses materiales, ideologías arraigadas y egoísmos personales a la convivencia, ya no hay vuelta atrás, sobran amistad, familia y solidaridad; solo contamos nosotros, nuestro orgullo y presuntuosa soberbia.
Creo que las nuevas tecnologías, a pesar de sus muchas ventajas, suman un factor determinante para dejar de relacionarse, se empieza por llamadas cada vez más distantes, se pasa al WhatsApp para cumplir ese trámite con quienes hacen igual que nosotros; los amigos y familiares se dejan de ver, incluso entre hermanos e hijos. Ya todo es familia corta y relaciones a distancia. Cuando los padres y abuelos se quedan solos, formarán parte de su propia cosecha, postergados a un mundo de abandono inmundo e inhumano. Se pasea al perrito de cordelito y a la abuela ni tiempo para ello.
Si hicieran un estudio en España, en Asturias peor aún, de cuántas personas ancianas viven en la soledad más absoluta sin ser decisión propia (la mayoría mujeres), esas mujeres que para las feministas no cuentan, esas que no pedirían techos de cristal, tampoco cuotas o igualdad, no pedirían nada, solo necesitan apoyo, compañía, respeto y dignidad. Viven solas, sin recursos, sin medios, sin salud, sin memoria, sin nada que las haga desear vivir un día más... Todos firmamos parte de esta despreciable situación. Creo que la generación actual, cuando lleguen a esa situación, a esa edad, sentirá el peso de su despreocupación actual para con sus mayores, que será como una losa sobre su conciencia. No esperen más de lo que han dado. Los que lo han dado todo son sus padres y abuelos, incluso en los tiempos que vivimos, crisis, salarios precarios, empleos inconsistentes, vida cara, muy cara... Ellos estuvieron y están dando todo para ayudar a sus hijos y nietos. Lo dan todo por ellos, esta sociedad no da nada para esa generación desprendida, la misma que consiguió sin estudios, sin nada, derechos, libertades y un Estado de bienestar que ahora están destrozando.
Ninguna generación anterior ha pisoteado tanto a sus mayores como la actual. Siempre la edad tenía un plus de respeto; ahora no, cualquiera se pone a dar lecciones de vida a quien la vivió.
Lo vemos con las de Podemos, se autoeligen defensoras y protectoras de las mujeres; sin embargo, a todas esas feministas baratas las mujeres ancianas les importan nada. Muchas no pueden pagarse una residencia de esas que tampoco están dispuestas a hacer decentes para vivir en un ambiente de cuidados adecuados y de respeto por nuestras madres y abuelas. Los políticos se pelean entre ellos por ellos mismos y sus intereses; pero trabajar por estas cosas, na de na. Crearon una sociedad victimista propicia para muchas vivir a cuerpo de rey de todo ello, pero a las verdaderas víctimas, como son las ancianas (también los ancianos, pero toca hablar de mujeres), ni las mencionaron a lo largo de estos años.
Ningún colectivo es más maltratado, es más víctima, es más indefenso, es más vulnerable... que los ancianos. Pues todos los políticos se olvidan de ellos. La familia ya no existe como tal, existen resquicios de un pasado mejor. No potencian la natalidad, apuestan por la muerte: aborto y eutanasia. Impedir nacer a una criatura es un derecho; romper un huevo de un ave protegida, un delito. Abandonar a una abuela, no pasa nada; abandonar un perrito, delito. Así es, aunque duela.
Creo que en el momento que dejamos de educar en valores, casi estaba reservado a la religión, las personas dejaron de creer; si dejas de creer, la vida solo tendrá un fin: vivirla de p... madre sin importar nadie.
El remordimiento de conciencia solo tiene sentido creyendo en un más allá, en un Dios o Demonio que nos juzgará, no hay otra. De no creer en algo superior, solo puedes creer en ti, a los demás que les den. Todo se hará por puro interés.
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