¿Son las nuevas variantes de coronavirus un motivo para preocuparse?
En diciembre se localizaron dos linajes del virus que podrían ser más contagiosos y causar muchos más muertos, pero que difícilmente disminuirán la eficacia de las vacunas
Expertos avisan de que esto último podría cambiar en el futuro, sobre todo si se deja que haya un elevado número de contagios.
El mes de diciembre ha acabado con una noticia prometedora y con una noticia preocupante: se están comenzando a administrar las primeras vacunas frente al coronavirus en Europa, pero a mediados de mes las autoridades británicas y sudafricanas anunciaban el hallazgo de dos nuevas variantes de coronavirus, linajes del SARS-CoV2 con una colección característica de mutaciones o cambios genéticos. Según las evidencias epidemiológicas, es perfectamente posible que ambas sean variantes de virus más contagiosas.
El 14 de diciembre, las autoridades de Reino Unido anunciaban el hallazgo de la variante VOC 202012/01 (de «Variant of Concern», año 2020, mes 12 y variante 01), con un total de 23 mutaciones, que en cuestión de semanas suplantó a los otros coronavirus en Londres y en el sureste de Inglaterra. Según datos preliminares, esta variante es más transmisible y, al acabar el año, ya se ha detectado en 31 países, incluyendo España.
El 18 de diciembre, las autoridades sudafricanas anunciaban que la nueva variante 501Y.V2 se había impuesto a los otros coronavirus en tres provincias del país, e informaban de que este virus está asociada a una mayor transmisibilidad y a pacientes con una mayor carga viral. Al acabar el año, esta variante se ha detectado en otros cuatro países.
Estos dos anuncios se suman al hallazgo, en agosto y septiembre, de la variante de SARS-CoV-2 «clúster 5», extendida entre visones en granjas de Dinamarca y transmitida a 12 personas. Se caracteriza por una batería de mutaciones que, según se alertó, podría llevar a que vacunas y tratamientos fueran menos eficaces y que la inmunidad natural durase menos. Los datos muestran que no se ha expandido ampliamente, después de haber sacrificado a 15 millones de visones.
En estos momentos, las autoridades de los países afectados están analizando los datos epidemiológicos y la biología de las nuevas variantes para evaluar si son más transmisibles, si causan una COVID-19 más severa o si alteran la respuesta de los anticuerpos y podrían llevar a que las vacunas fueran menos efectivas. Se trata de investigaciones muy complejas y se espera que los resultados vayan llegando con cuentagotas.
No más severa, pero capaz de matar más
La variante que más preocupa y sobre la que hay más información es la hallada en Reino Unido. Según han concluido los científicos, esta variante lleva circulando desde septiembre, a medidados de noviembre comenzó a aumentar sus números y ahora está presente en al menos en una treintena de países.
Este mismo 31 de diciembre, un informe del Imperial College de Londres concluía que los datos epidemiológicos señalan que la variante VOC 202012/01 «tiene una considerable ventaja en la transmisión» y que una persona infectada transmite el virus a entre 1,4 y 1,8 personas, entre cuatro y siete décimas más que las variantes anteriores.
Según ha explicado en Twitter Deepti Gurdasani, epidemióloga clínica y profesora de la Universidad Queen Mary de Londres, estos resultados «son muy preoucupantes y subrayan la necesidad de actuar ya, porque sugieren que la situación en Reino Unido probablemente se pondrá mucho peor de lo que es ahora». En estos momentos, el país se enfrente a una curva desbocada: el pasado jueves el gobierno británico anunció el mayor número de contagios diarios desde el comienzo de la pandemia, con 55.892 nuevos casos confirmados.
Para ilustrar el cambio que supone la variante, Gurdasani ha aplicado los datos epidemiológicos a una región hipotética. Con los datos de transmisibilidad de la variante anterior, en los que una persona contagia por término medio a 1,1 personas, si hoy hubiera 2.000 casos diarios en una zona y nada cambiase, en dos meses habría 5.187. Pero con la nueva variante, si ésta fuese más contagiosa, en dos meses habría 62.000 nuevos casos. Y esto significa que el número de fallecidos por coronavirus sería un orden de magnitud superior.
«Si esta variante es más contagiosa —ha explicado a ABC Fernando González-Candelas, Catedrático de Genética de la Universidad de Valencia y coordinador de SeqCOVID-SPAIN, un consorcio que secuencia y estudia los genes del SARS-CoV-2 hallados en España— la consecuencia es que se producirán más infecciones más rápidamente; más gente necesitará ingresar en los hospitales y más fallecimientos habrá». Y todo a pesar de que esta variante no causa una enfermedad más severa, según las evidencias recogidas hasta ahora.
De hecho, según un informe del Centro de Control y Prevención de Enfermedades de Europa (ECDC) publicado este miércoles, la combinación de las reuniones familiares y la relajación de las precauciones durante las fiestas navideñas, junto con la presencia de las nuevas variantes, tendrá un impacto «alto» en los sistemas sanitarios, «incluso si se mantienen las actuales medidas de salud pública».
Detener su expansión ya no es una opción, si no es disminuyendo la transmisión del virus y evitando una tercera ola epidémica: «Por lo que sabemos —ha continuado González-Candelas—, esta variante se encuentra en varias comunidades autónomas, si no en casi todas, aunque no sabemos con qué frecuencia aparece».
¿Es realmente más contagiosa?
A pesar de las eviencias epidemiológicas recogidas en Reino Unido, todavía no está demostrado que VOC 202012/01 sea más contagiosa. «Tiene sentido vigilar y estudiar esta variante, pero los datos no demuestran todavía que see más transmisible», ha comentado para este periódico Sonia Zúñiga, investigadora del Laboratorio de Coronavirus del CNB-CSIC. «Puede que sea un virus más contagioso o puede que sea un virus que se ha transmitido más».
Es decir, podría ser que esta variante fuese la dominante en el brote del sureste de Inglaterra porque el virus se transmitiera más fácilmente. Pero también porque algún otro factor, como las compras navideñas o el frío, hubieran hecho que se descontrolase la curva de contagios y que se multiplicase el virus que estuviera circulando en ese momento. De hecho, Sonia Zúñiga ha recordado que la variante 20A.EU1, que en junio salió de España y que luego se extendió por varios países de Europa, no era más contagiosa: simplemente, era la variante presente en el momento en que aumentaron los contagios.
Para resolver las dudas, la investigadora ha comentado que es necesario aislar al virus y llevar a cabo una batería de pruebas en cultivos celulares y animales de laboratorio, que muestren si realmente se transmite mejor o más rápidamente.
De momento, lo cierto es que, aparte de una epidemia desbocada, hay otros indicios, no inequívocos, de que esta variante podría ser más transmisible. Si este virus se caracteriza por un total de 23 mutaciones, resulta que ocho de ellas afectan a una parte del virus que determina lo transmisible que es: la proteína S.
La proteína S o proteína de la espícula es una especie de gancho que el covonavirus emplea para reconocer a las células humanas y forzar la entrada y la infección. Para ello, la proteína del virus, que está situada en su exterior, se acopla a una gran molécula situada en la superficie de las células del organismo, el receptor ACE2.
Un número inusualmente alto de mutaciones
Esta proteína S está formada por una secuencia de 1.273 aminoácidos. A medida que el virus se multiplica, su maquinaria comete errores genéticos o mutaciones que cambian ligeramente esta secuencia, alterando sus propiedades e incluso su estructura
Por ejemplo, la variante «británica» tiene tres cambios que parecen ser especialmente relevantes para el funcionamiento de la proteína S y su afinidad por el receptor ACE2: la mutación N501Y, la mutación P681H y la deleción doble 69 y 70. En los dos primeros casos se cambia un aminoácido por otro en las posiciones 501 y 681 de la proteína y en el segundo se eliminan dos aminoácidos en una zona importante para reconocer al receptor humano.
Según un informe publicado recientemente por las autoridades británicas, se trata de un «número inusualmente alto de mutaciones en un mismo clúster —es decir, en una variante—». «A nivel científico, resulta muy sorprendente la aparición de una variante con tantas mutaciones: hasta ahora no se había observado algo así», ha comentado González-Candelas.
Estos cambios o mutaciones en la proteína S son especialmente importantes si se tiene en cuenta que la mayoría de las vacunas, incluyendo las de Pfizer o Moderna, tienen como blanco esta proteína. Por eso, surge la duda de si estas variantes u otras podrían afectar a la eficacia de las vacunas que ya se están inyectando o que se inyectarán pronto.
¿Pueden estas mutaciones afectar a las vacunas?
«La nueva variante tiene ocho cambios en la proteína S, pero como ésta tiene un total de 1273 aminoácidos, representan una variación inferior al 1% —ha comentado Alfredo Corell, Catedrático de Inmunología de la Universidad de Valladolid—. Esto nos permite predecir que funcionarán el 99% de los anticuerpos generados contra esta proteína».
Es decir, al menos en el caso de las vacunas de Pfizer, Moderna o la Universidad de Oxford/AstraZeneca, los fármacos no activan la producción de un único tipo de anticuerpo —sería una respuesta monoclonal— que reconozca una única parte de la proteína S y que sea muy sensible a los cambios que experimente ahí. En vez de eso, generan una gran batería de ellos —en una respuesa policlonal—, que reconocen muchos puntos distintos de esta molécula.
Sin embargo, según Corell, pequeños cambios en la proteína pueden alterar su estructura trimensional y cambiar la forma como es reconocida por los anticuerpos. Sin embargo, en sus palabras: «Con ese porcentaje de variación del 1% es prácticamente imposible que los anticuerpos que neutralizaban la variante original no neutralicen la nueva». Es decir, hacen falta más mutaciones para que una variante pueda disminuir la eficacia de una vacuna.
Por último, el Catedrático de Inmunología ha recordado que las vacunas también activan la memoria inmunitaria celular, que depende de los linfocitos T, y que suma sus fuerzas al arsenal de anticuerpos. Además, ha subrayado que un porcentaje no dedeñable de la población está inmunizado gracias a las infecciones naturales.
«Por lo que sabemos hasta ahora —ha proseguido— no parece que haya que modificar nada de la estrategia de vacunación. Solo si hubiera más mutaciones y aparecieran nuevas cepas (variantes con un comportamiento distinto), en las que cambiara lo suficiente la estructura de la proteína S, habría que ir a un modelo de mezclar vacunas para distintas cepas, al igual que se hace con el virus de la gripe o con el neumococo».
Sin embargo, ha puntualizado, «hacer esto es relativamente sencillo y rápido, al menos con la tecnología del ARN mensajero», que es la empleada en los fármacos de Pfizer y Moderna. Con otros fármacos sería «un poco más complicado», en su opinión.
El peligro de dejar que el virus siga evolucionando
Todos los virus cambian con el tiempo y acumulan mutaciones. Está en su naturaleza. «Constantemente van a aparecer nuevas variantes —ha comentado Fernando González-Candelas—. Pero la gran mayoría de las mutaciones que aparecen son deletéreas (negativas para el virus, por lo que desaparecen rápidamente) o no afectan a sus propiedades». Más raramente, aparece alguna beneficiosa.
Es así como a partir de febrero de 2020 una variante de coronavirus más transmisible, de nombre D614G, comenzó a extenderse hasta sustituir, en junio, a las variantes del SARS-CoV-2 originales de China en todo el mundo.
Lógicamente, cuantos más virus haya circulando e infectando en la población, más mutaciones aparecen y más probable es que alguna sea beneficiosa para el patógeno y cambie su comportamiento, apareciendo lo que se conoce como una cepa. «Cuanto mayor es la población del virus, mayor capacidad tiene de explorar el espacio evolutivo», ha comentado González-Candelas. De ahí la importancia doble de no permitir que las curvas de contagios se disparen: para evitar muertes y para evitar que el virus cambie.
«Mientras haya transmisión comunitaria en los países y no nos coordinemos —ha dicho José Antonio López-Guerrero, director del Laboratorio de Neurovirología de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM)— el virus se va a expandir sí o sí. Debemos plantearnos si debemos invertir en hospitales pandémicos o si invertimos en fortalecer la prevención, la atención primaria, los rastreos o los tests para poder controlar la expansión del virus».
«Es seguro que van a aparecer nuevas variantes», ha comentado Quique Bassat, epidemiólogo e investigador ICREA en el Instituto de Salud Global de Barcelona. «La mejor herramienta para frenar esto es vacunar, vacunar y vacunar. Así podremos reducir la población susceptible al virus, frenaremos su transmisión y evitaremos que aparezcan nuevas variantes».
Pero lo cierto es que la evolución del virus ya está entrando en un terreno desconocido, porque cada vez hay más gente vacunada e inmunizada de forma natural, tras infectarse y superarlo: «Vamos a entrar en un nuevo escenario, porque las defensas van a presionar al virus, y esto podría acelerar la velocidad con la que aparecen estas mutaciones», ha comentado la viróloga Sonia Zúñiga.
En este sentido influye un importante hecho: el de que sea posible que las vacunas de Pfizer y Moderna no permitan alcanzar la inmunidad esterilizante, es decir, que quizás impidan la aparición de síntomas pero no la transmisión del virus. Esto se confirmará o descartará próximamente, pero, de ser así: «Esto permitiría que un individuo vacunado diseminase el virus y le diera oportunidad para cambiar», según Zúñiga.
La importancia de no relajarse
Sean las variantes de coronavirus VOC 202012/01, hallada en Gran Bretaña, o 501Y.V2, encontrada en Sudafrica, más contagiosas o no, «al final, las medidas necesarias serán las mismas: mascarilla, sentido común o distancia social, sin importar qué variante sea», ha comentado Sonia Zúñiga, quien no se ha mostrado preocupada por estas noticias, por el momento.
«Quizás con el anuncio de esta variante, Reino Unido ha querido dar una llamada de atención —ha dicho la viróloga—. Que aparezcan nuevas variantes es normal y no hay por qué alamarse, salvo que se demuestre científicamente que tienen un comportamiento distinto».
En este sentido ha coincidido en parte Alfredo Corell: «Estas variantes no son preocupantes en este momento para el control de la epidemia, porque la epidemia ya está descontrolada. Si tuviéramos rastreados y aislados los brotes, una nueva variante descolocaría todo. Pero no es el caso».
Por último, Quique Bassat ha manifestado su inquietud sobre la combinación de las fiestas navideñas y una variante potencialmente más contagiosa: «Me preocupa la pérdida de la sensación de miedo y que hayamos entrado en una fase de euforia durante las fiestas, que se ha sumado al agotamiento lógico después de tantos meses de pandemia», ha comentado el epidemiólogo. «Desde hace tiempo todo indica que no estamos haciendo lo suficiente. Y si le sumas el riesgo potencial de que empiece a circular una variante más infecciosa... Puede que se nos avecina una gorda».
Quizás las precauciones se hayan relajado estas semanas, pero es indudable que la expansión del virus no ha hecho lo mismo. Los casos se están incrementando, y a medida que lo hacen aumenta la capacidad del coronavirus para experimentar cambios. A pesar de las vacunas, unos niveles tan altos de contagios causarán más muertes y complicarán todavía más la pandemia.
¿QUIENES SON LOS CULPABLES DE ESTE CRIMEN MUNDIAL POR AHORA IMPUNES Y DESCONOCIDOS
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