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viernes, 31 de julio de 2020

INCOHERENCIA HUMANA

EL REBAÑO DESCONTROLADO
Yo creo que esto ya lo he vivido antes, solo que en aquel momento, creo recordar, se llevaba aplaudir desde los balcones a todas esas personas que se estaban jugando la vida a diario, postear por Facebook o Twitter una solidaridad más falsa que un sordo afinando una guitarra, y para completar el escenario, celebrar fiestas interterrazas, pese a que había personas muriéndose, familias sufriendo y los demás no podíamos hacer otra cosa más que quedarnos en casa y esperar que la maldita curva bajara.
Todo eso quedó en agua de borrajas, lo de que las personas iban a mejorar, que la situación iba a suponer un antes y un después, que se crearía conciencia... una miserable falacia, una mostración palpable de la calidad humana que nos rodea. Aquí triunfa el egocentrismo, y espero que no se me acerque nadie hablándome de solidaridad, empatía, respeto o humanidad, ya que las palabras vacías no me llenan y encima consiguen irritarme. Hay gente que me interpela y clama por la sensatez, esa de la que carecen: ¿que quieres cerrarlo todo?, ¿volver al confinamiento? ¡¡Nooo!! Eso es precisamente lo que no quiero, pero, dada la situación y visto que la gente no es responsable, que el llamamiento a evitar aglomeraciones y reuniones con multitud de personas (cada una de su padre y madre), creo que el cierre de los límites autonómicos para el tránsito de personas era la única solución inteligente, pero, dado que es imposible a no ser con la aplicación del estado de alarma, no podremos evitar que el otoño caliente se transforme en ardiente.
¿Qué buscáis? ¿Qué pretendéis? ¿Qué esperáis conseguir con esa actitud ególatra? ¿Esperáis tener preferencia a la hora de conseguir una cama en el hospital? Apeláis a que hay que seguir adelante, y cuando os escucho semejante sandez pienso en Boris Johnson: “Sálvese quien pueda”. Vamos a ver, confundimos churras y merinas, una cosa es que sea necesario reactivar la economía y otra muy diferente comportarnos como si nada hubiera pasado, y ese es el problema, pretendemos organizar fiestas, salir de noche, amontonarnos en playas y piscinas, ir de campamentos, viajar sin importar la situación del destino, y eso es precisamente lo que nos está acercando al abismo.
Si la actitud del individuo deja mucho que desear, no es “cosa menor” (como diría alguien que yo me sé) la reacción de ciertos colectivos, llámese “Asociación de Bares de Copas de Oviedo”, llámese “Mesa de Turismo”, todos reaccionan del mismo modo apuntando con dedo acusador a quien tiene la obligación de velar por la salud de todos. ¿Considerarían ustedes una actitud responsable por parte de la Administración que se les diera vía libre para mantener horarios, aforo y condiciones higiénicas? ¿Son los borrachos anglosajones los mejores clientes de los que puede presumir el turismo español?... Voy a omitir a la asociación ovetense, dado que, si un día se desaloja un local con 150 personas y otro día otro con 268, creo que lo que es el sentido de la responsabilidad brilla por su ausencia. En cuanto a la Mesa de Turismo, recordarles simplemente cuando en 2011 y 2012, años en los que el turismo alemán y anglosajón se fue en busca de destinos más económicos, fue el turismo nacional quien salvó sus cuentas, pero, claro, eso se olvida pronto y, como diría Bart Simpson: “Queremos más amianto, más amianto...”.
El debate actual enfrenta salud y economía, ojo, solo para aquellos que hacen primar su libre albedrío, y ese debate estúpido no existiría si hubiera sensatez y cordura, y adaptación a la situación actual.
Mi conclusión respecto a lo que está aconteciendo es que nos ha vuelto a pillar el temor de la sanidad pública a un otoño caliente, se ha acelerado vertiginosamente, la gente que pensaba que los confinamientos de agosto no llegarían, puede que acierten, pero no será menos cierto que si los libramos será porque primen el factor económico y la incapacidad de confinar provincias.
Durante el confinamiento hicimos popular el “Quédate en casa”, ahora ¿qué?... Pues creo que, vista la actitud de muchas personas, le viene como anillo al dedo eso de: “Vete a donde quieras, como si quieres ir a tomar por...”.

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