FALTA DE HUMANIDAD Y RECONOCIMIENTO A LOS MAYORES.
Avanzamos para atrás en todo lo relacionado con las relaciones y sentimientos. Al estar huérfanos de una educación basada en la disciplina, compañerismo, esfuerzo y responsabilidad, todo lo que nos rodea es nuestro egocentrismo obsesivo, caminamos sin la orientación de los valores que importan para ser felices y encontrar sentido a nuestra existencia.
Nada de lo que digamos ahora encontrará comprensión en los caprichos y la comodidad en los que hemos educado a nuestros hijos y nietos. Quisimos darles de todo de cuanto carecíamos nosotros, eso los convirtió en insolidarios, consumistas, ociosos y acomplejados, siempre pendientes de sus musculitos, pero olvidando el cerebro y las obligaciones.
No conformes con todo lo anterior, les dimos leyes para considerarse aún más libres de hacer lo que les venga en gana, tienen todos los derechos adquiridos, pero ninguna obligación, ningún cargo, solo hemos conseguido darles vicios, disfrute y falta de dignidad, con un resultado retorcido en nuestra obligación como educadores.
Si añadimos las leyes proteccionistas del menor (que no son tales), que restaron toda la autoridad al profesor y a los padres, y sumamos los sacrificios en dotarlos de titulaciones, logradas más por el dinero de papá y papá Estado que por los méritos de la prenda en curso, nos encontraremos con lo puesto, que no es mucho en cuanto a jóvenes preparados. Es más, hasta somos palurdos, nosotros mismos repetimos que estas generaciones actuales son las más preparadas desde siempre, cuando no es cierto del todo, tienen títulos colgados en la pared, pero como hemos relajado todo en su beneficio, hasta esas titulaciones casi podemos asegurar que una gran mayoría con un poco de exigencia ninguna colgaría con su nombre.
Lo vemos en los jóvenes políticos, no se entienden, sean del partido que sean, salieron de la misma manada de comodones consentidos y, sin embargo, no son capaces de ponerse de acuerdo ni para lo que nos debiera unir a todos; todos pelean por llegar, estar y quitar al otro, no respetan los tiempos y formalidades de nuestra democracia, son lo que hemos conseguido, unos pazguatos de cuidado.
Ahora les da por (hay un paréntesis por el covid-19, pero volverán las feministas retrógradas a la carga cuando todo se relaje, lo verán), decía que ahora les da por dividir la sociedad en buenas y malos, en dos mitades que en vez de estar unidos en mejorar todo, acusan al sexo opuesto de machismo y ser causante de poner freno a sus limitaciones personales para alcanzar retos y altos cargos; cuando todos comprobamos que jamás en otro tiempo la sociedad fue tan igualitaria en cuanto a oportunidades. Que quedan algunos residuos de un pasado patriarcal, seguro, pero eso no es óbice para poner patas arriba a esta sociedad que debiera caminar unida para salvar obstáculos mutuos. No solo las mujeres sufren acoso o discriminación, hay hombres que diariamente padecen esos mismos problemas y no por ello buscan confrontación estelar en su beneficio. Casi todo tiene relación con lo anterior, la educación pésima de ellos y ellas, de haber tenido una educación más exigente en valores, todos tendrían un comportamiento más asumible por los demás.
Luego pretendemos que cuiden de sus mayores, qué pena.
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