Los expertos avalan un verano con playas pero sin cines ni bodas.
Arranca junio y con él la entrada a uno de los veranos más atípicos de nuestras vidas. Después de tres duros meses de pandemia, llega la temporada de disfrutar de la playa, la piscina, el terraceo y los espectáculos al aire libre. El esperado descanso vacacional llega en un momento de tregua del virus, en el que la tasa de transmisión de la enfermedad es baja y los ingresos hospitalarios caen a diario (en algunos hospitales llevan días sin ver nuevos casos). Desde esta perspectiva, los expertos se atreven a lanzar su propio pronóstico sobre el verano que nos espera, en el que, de no haber nuevos repuntes de la infección, podríamos tomar un respiro antes del nuevo rebrote que vaticinan para otoño.
Matices al margen los infectólogos coinciden en una recomendación: «Evitar las aglomeraciones en espacios cerrados en los que haya, al menos, una persona infectada», ya que «la posibilidad de transmisión de la enfermedad al aire libre, siempre que se mantengan las distancias de seguridad es», según apuntan, «mucho más baja». Benito Almirante, jefe del Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Vall d'Hebron de Barcelona, es rotundo en sus afirmaciones. «Es inviable que las mascarillas formen parte de nuestras vidas para siempre», dice en declaraciones a ABC. Su afirmación apunta directamente al verano y a la temporada de ocio y playas. Según este infectólogo, voz autorizada en la lucha contra la Covid-19 en Cataluña, hay suficiente evidencia epidemiológica para dejar de utilizar algunas medidas de protección, sobre todo, en espacios abiertos. «Estamos en la curva baja de la pandemia. La posibilidad de transmisión en el aire es prácticamente nula en la calle», precisa Almirante, quien recuerda que en su hospital llevan tres semanas con solo 1 o 2 ingresos por día y muchas jornadas sin ninguno.
«El virus tiene todos los componentes de un comportamiento estacional y la tendencia natural de la enfermedad es a desaparecer», subraya. En base a estos indicadores, considera que «la obligatoriedad de la mascarilla en la calle no es necesaria» y que «con el distanciamiento físico bastaría para protegernos de la infección».
«No hay ningún documento científico que avale las recomendaciones que están dando las autoridades. La desescalada va muy lenta y sus medidas son muy conservadoras. No tiene sentido que autoricen los partidos de fútbol, donde los jugadores están en estrecho contacto en los vestuarios, y no puedas bañarte al mar», apunta el responsable de Enfermedades Infecciosas del Vall d’Hebron. A su juicio, las medidas de protección contra el virus que se plantean para los próximos meses de verano son excesivas.
«No tiene sentido cuartear playas»
«El volumen de personas que pueden transmitir la enfermedad probablemente sea bajo. No tiene sentido prohibir espectáculos y actividades en espacios al aire libre si se garantizan medidas de seguridad; ni tampoco cuartear las playas, espacios abiertos en los que casi siempre circula el aire y el contagio es muy difícil», apunta Almirante.
«El auténtico riesgo - añade-, está en los espacios cerrados. Las aglomeraciones en cines, bodas, aniversarios, etc… en los que haya al menos un infectado sí son peligrosas porque pueden dar lugar a un brote». Su opinión la comparten todos los expertos que han estado escrutando durante estos meses el comportamiento del virus y sus estrategias para expandirse entre la población. Judit Villar, médico adjunta del Hospital del Mar, y el doctor Àlex Soriano, responsable del Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Clínic, suscriben lo apuntado por el infectólogo del Vall d'Hebron, aunque con ciertos matices.
Ambiente propicio para propagar la infección
Villar recuerda que «la posibilidad de que surjan nuevos brotes depende de dos factores: del comportamiento individual de los ciudadanos, que acaba siendo el colectivo, y del comportamiento del propio virus. Solo tenemos capacidad para incidir sobre el primero». La experta del Hospital del Mar coincide con Almirante en que «los espacios cerrados, en los que el virus encuentra un ambiente estable de temperatura y humedad, son en los que hay un mayor riesgo de transmisión de la enfermedad».
«Cinco personas en una casa es más peligroso que una cena con diez en una terraza», añade. No obstante, advierte de que en espacios abiertos el riesgo tampoco no es nulo y deben mantenerse las condiciones de seguridad (distancia mínima entre personas y medidas higiénicas). «En botellones y raves también hay riesgo aunque sean celebraciones al aire libre porque se incumplen las distancias de separación y todo es mucho más relajado», advierte Villar. La infectóloga recuerda un dato: «El 97 por ciento de todos los brotes que se han registrado han sido en espacios cerrados, solo un tres por ciento en sitios al aire libre».
«No podemos bajar la guardia»
Àlex Soriano, responsable de Enfermedades Infecciosas del Clínic, celebra que la incidencia de la enfermedad esté en la curva más baja pero advierte de que no podemos bajar la guardia porque siguen declarándose casos. «La semana pasada pensaba que hoy estaría dando el mensaje de que el virus ya no circula. Por desgracia no puedo decirlo porque siguen ingresando casos nuevos en el hospital, aunque son muy pocos y todos leves», dice Soriano. Prefiere mostrarse cauto en sus mensajes. «El comportamiento del virus parece que es estacional pero no lo sabemos, como tampoco sabemos el tiempo y el nivel de inmunización que tienen los que han padecido la enfermedad», puntualiza en declaraciones a este diario. «Debemos ser prudentes porque no podemos garantizar que no circule el virus. Un solo caso nuevo ya justifica la prudencia», advierte el experto. Difiere de su colega Almirante con respecto a las recomendaciones que se están dando a la población y el proceso de desescalada. «Las medidas se hacen para evitar problemas. El confinamiento ha permitido controlar la epidemia», apunta.
«Heridos psicológicamente de la crisis»
Los tres expertos coinciden en que es importante dar un mensaje de tranquilidad a la población. «La sociedad ha salido herida psicológicamente de la crisis. Tienen un miedo desorbitado respecto a la enfermedad». Reclaman también un cambio cultural. «Se debe pasar de la obligación a la recomendación y la responsabilidad. No hace daño llevar mascarilla por la calle, pero lo que deberíamos hacer las autoridades sanitarias es dar un mensaje claro de que la obligatoriedad de llevar mascarilla al aire libre no es necesaria, es una medida de autoprotección», dice Benito Almirante.
Judit Villar refuerza ese mensaje: «No debería haber imposiciones, deberíamos entender los riesgos de la enfermedad y autoimplicarnos». Una forma de vivir más relajadamente lo que nos depara en los próximos meses es, según los infectólogos, asumir la situación. «Debemos saber vivir con un pequeño grado de transmisión. En agosto puede haber pequeños brotes cuando la gente haga vida de verano, pero esto no son rebrotes y pueden controlarse», concluye.
TODO ES UN SINSENTIDO LÓGICO
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