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viernes, 15 de mayo de 2020

UNA DE POPULISMO CONTRADICTORIO.

PARA FANÁTICOS
De los hoteles de lujo podemos hablar pocos en la prensa española. Room Mate es el brillante negocio de Kike Sarasola pero el lujo es otra cosa. Dejemos esto claro: la presidenta de Madrid no se hospeda en ningún apartamento de lujo y ochenta euros por noche es un precio usual y razonable. Además, a los políticos en Madrid se les suele ofrecer un precio especial en los hoteles. Se hizo famosa la foto de Duran i Lleida en su suite del Palace pero pagaba por ella poco más de cien euros la noche. A los diputados que no viven en la capital les son dadas facilidades en su hospedaje, en beneficio de las arcas del Congreso y de las
 demás instituciones. No sé si por ser Isabel Díaz Ayuso de Madrid, o del PP -o tal vez mujer- merece un trato menos ventajoso que un diputado de Bildu o de ERC. Cualquier presidente dispone de una residencia desde donde llevar a cabo su labor, y si no la tiene, o la que tiene no le sirve, se le busca otra para que pueda desempeñar su labor. También esto es la democracia. No son los caprichos de doña Isabel: es la representación de la presidenta.
Torra se confinó en la Casa dels Canonges, que es la residencia oficial del presidente de la Generalitat, por no infectar a su esposa, Carola Miró, enferma de cáncer. Artur Mas nunca durmió en Canonges. Pujol, sólo cuando no quería dormir con Marta.
En Viena he visto a Josep Borrell hospedarse en el Sacher, y en Madrid, a Carlos Jiménez Villarejo, cuando ya era eurodiputado por Podemos, hacer noche en el Ritz. Y aunque hay mucha más distancia entre el discurso de ambos y los hoteles que prefieren, que entre el liberalismo de Ayuso y su informal Room Mate, lo cierto es que forma parte de lo habitual, y de lo correcto, que personas con un cargo representativo hallen acomodo en los grandes hoteles de las capitales a un módico precio.
Every generation throws a hero up the pop charts y Sarasola es un magnífico empresario, vinculado a Felipe González por la amistad que unió al expresidente con su padre. Es ridículo enredarle en este lío. Es no conocer a Kike y hay en los periódicos demasiado resentido dispuesto a inventar tramas y poca rive droite que pueda explicar cómo son en realidad las cosas. Al estar los apartamentos desocupados por el virus, es una cortesía elemental haberle ofrecido a la presidenta un espacio superior al que había contratado. Se llama upgrade y no corrupción.
De un lado, la élite izquierdista es cínica cuando pretende que nos creamos que vive en la cochambre, porque el lujo en España soy yo y me los encuentro en todas partes. Del otro, la izquierda mediática descubrió el lujo haciendo encuestas y llama «lujo» a cualquier hojalata. Room Mate no es cualquier hojalata pero tampoco es el Costes, y a veces pienso en qué escribirían estas resentidas hermanas Catafalco, en su rabia y en su odio, si un día y de mi mano entraran de verdad en el lujo. El susto que se llevarían; y lo que luego nos costaría echarlas.

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