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jueves, 7 de mayo de 2020

UN MAGO CON MIL PINOCHOS EN LA CHISTERA.

Increíble escapista

Reconozcamos que sus trucos están siendo asombrosos, pero al final...

Nada más admirable que el meritoriaje, las personas que arrancando sus vidas con malas cartas alcanzan el triunfo. Una de ellas fue Erich Weisz, judío húngaro nacido en Budapest en 1874. Hijo de un rabino, su familia de siete hermanos emigró a Estados Unidos cuando él tenía solo cuatro. Para los padres no hubo sueño americano. Siempre entre estrecheces. Pero el chaval conquistaría el mundo. En su primera infancia le impactó el espectáculo de un mago ambulante. Allí contempló su destino. Con solo nueve años, Erich ya actuaba en circos modestos, como trapecista y contorsionista, paso previo a su vocación real: la magia, en concreto, el escapismo. Enrolado en compañías de vodevil con su flamante nombre artístico, Harry Houdini, en
 1900 inicia una gira europea. En Londres reta a Scotland Yard y logra desembarazarse de sus esposas. En Moscú escapa de un furgón carcelario. No hay jaula, camisa de fuerza, cadena, candado o soga que se le resista. De vuelta a América, los trucos se tornan más arriesgados y complejos. En lo que llama «La Cámara de Tortura china», es sumergido, maniatado y boca abajo, en un tanque lleno de agua. En Times Square pende de una grúa bien amarrado. En otra ocasión casi pierde la vida al ser enterrado vivo. Pero Houdini siempre logra fugarse y nadie acierta a ver el truco (hoy se cree que ocultaba ganzúas y que trucaba el escenario; además, a pesar de su corta estatura poseía una resistencia excepcional).
Guste o no, en la política española actual hay un maestro del escapismo. Sus trucos resultan asombrosos. Su arma secreta es que todo le da igual con tal de salir a flote. Amoralidad táctica de intereses variables. Es capaz de sostener cambalaches tan atrevidos como gobernar coaligado con un partido al que abiertamente despreciaba por radical y amateur. Ha logrado ser el presidente de España en un Gobierno que depende de los más furibundos enemigos de la nación española. Buscando el más difícil todavía, ha sacado adelante el estado de alarma contando al mismo tiempo con el apoyo de los nacionalistas del PNV y de los antinacionalistas jacobinos de Ciudadanos. Muestra una de las peores hojas de servicio frente a la pandemia. Pero se trabaja la televisión y sus chapuzas no parecen pasarle gran factura. Incluso ha conseguido dividir a la oposición de derechas: una ya lo apoya; el otro no le dice que sí, pero tampoco que no; y el tercero le da la espalda. En medio de la polvareda, lo único concluyente es que seguirá gozando hasta fin de mes de unos extravagantes poderes napoleónicos. Desmintiendo la célebre máxima de Lincoln, está logrando «engañar a todos todo el tiempo». El truco le funciona.
Houdini acabó sus días de manera absurda, inesperada. Tras actuar en un teatro de Montreal, unos jóvenes universitarios lo visitaron en su camerino y lo retaron sobre su resistencia al dolor. ¿Sería capaz de soportar unos puñetazos en el abdomen? El escapista que nunca rechazaba un reto no supo resistirse. Pero ignoraba que el golpeador era un boxeador amateur. Unos días más tarde moría reventado por una peritonitis.
PD: No hay ilusionista que gane siempre.

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