ASI ESTÁ EL PUEBLO ENGAÑADO.
Lo que está sucediendo con la información que se “facilita” en las comparecencias televisadas del presidente Sánchez con uno o varios de sus ministros y colaboradores, un día sí y otro también, en relación con las medidas que se van adoptando para la gestión de la epidemia (o pandemia) del coronavirus no deja de asombrarme sobremanera, y lo hace tanto por su improvisación como por su claro afán de ocultación de determinados datos y, en general, por la falta de transparencia que este Gobierno ha evidenciado desde el inicio de esta crisis. Y la gota que colma el vaso es la ausencia o, en fechas más recientes, la “filtración” interesada de las preguntas de los periodistas en la posterior rueda de prensa, si es que esta existe. Pero me asombra aún más si cabe ver cómo los reiterados errores y negligencias criminales (porque su consecuencia inmediata se traduce en personas muertas y/o contagiadas) cometidos durante dicha gestión no tienen “coste” alguno para los políticos responsables, como de hecho ya ha sucedido en el pasado reciente con diversos casos de corrupción que todos tenemos en mente. Observo con consternación un escaso nivel de crítica, tanto de las acciones como de las omisiones, hacia la labor de los políticos en general y del actual Gobierno en particular. Y este bajo nivel crítico solo puedo interpretarlo o entenderlo por dos hipótesis distintas, aunque igualmente plausibles y para nada incompatibles. La primera sería que una mayoría significativa de los ciudadanos con derecho a voto no se informa en absoluto, a pesar de que existe una variada prensa diaria, tanto escrita como en formato digital. Y la segunda alternativa es que la información que esa mencionada mayoría busca procede, en exclusiva, de los canales de televisión “afines” y “subordinados” (por motivos en los que no voy a entrar ahora) al Gobierno, léase el grupo Atresmedia y, en especial, La Sexta.
Así las cosas, solo me queda recordar que la prensa libre es una de las más importantes conquistas de los estados democráticos (cosa en la que la mayoría de los españoles estaría de acuerdo) y es una pena que hagamos tan escaso uso de ella.
Y, por último, quisiera expresar la que, desde hace algunos años y ahora con más firmeza si cabe, es una de mis convicciones personales en lo tocante a la política, tal como la veo: “Al final, todas las naciones acaban teniendo los gobernantes que se merecen”.
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