La creación de empleo se desplomará a casi la mitad en solo dos años
La patronal avisa de que este ejercicio se generarán 117.300 puestos de trabajo menos y otros 173.300 en 2021. Rebaja el crecimiento hasta el 1,5% y advierte del alza acumulada de los costes laborales .
El alza de los costes laborales aplicados en los últimos ejercicios, unido al aumento previsto de los impuestos y a las intenciones de desmontar la reforma del mercado de trabajo ha hecho que las empresas sean pesimistas respecto al futuro de la economía española y estas incertidumbres ya están provocando un incremento de los ajustes de plantilla. La CEOE, que preside Antonio Garamendi, ha elaborado un escenario económico para los próximos años que refleja un desplome del empleo, que podrá ser más intenso si el Gobierno revierte la reforma laboral.
Los analistas de la organización empresarial que encabeza Gregorio Izquierdo han revisado una décima a la baja su estimación de crecimiento de la economía española en 2020, hasta el 1,5%, una décima menos que la previsión del Gobierno, y para 2021 prevé que se prolongue el proceso de desaceleración, aunque a un ritmo más moderado, con un crecimiento del PIB del 1,4%.
Este menor crecimiento se trasladará directamente al mercado de trabajo. España creará 285.000 nuevos empleos en 2020 y otros 230.000 en 2021. Es lo mismo que decir que la generación de puestos de trabajo se reducirá a casi la mitad en tan solo dos años, teniendo en cuenta que 2019 cerró con 402.300 nuevos puestos de trabajo. El pasado ejercicio ya reflejó una fuerte desaceleración, que será mucho más profunda este año. En 2020 se crearán 117.300 empleos menos y en 2021, 173.300, según las previsiones que realiza la patronal.
¿Este escenario cómo se trasladará a las cifras del paro? En una fuerte ralentización de su reducción. En 2020 seguirá habiendo de media 3,2 millones de parados al igual que en 2019 (3,24) y el año próximo bajará a los 3,18 millones. La tasa de paro se reducirá levemente, pasará del 14,1% en 2019, al 13,8% durante este año, una variación de escasas décimas que contrasta con la que se produjo en los momentos más boyantes de la recuperación.
La CEOE percibe los efectos de la subida del salario mínimo, cercana al 30% en dos años, y de la presión retributiva en la negociación colectiva. Según su análisis, el mercado laboral «se verá condicionado por el aumento acumulado de los costes laborales, con especial repercusión en algunos colectivos y sectores intensivos en mano de obra». La organización empresarial lleva más de un año advirtiendo de que la subida del SMI no saldrá gratis y que tendrá repercusión sobre la creación de empleo, especialmente en aquellos sectores más afectados por este índice como la agricultura o los sectores de servicios más intensivos en mano de obra como limpieza o seguridad.
Las proyecciones de la organización empresarial apuntan a que España llegará al año 2022 con algo menos de 20.500.000 ocupados, aún por debajo de los 20.753.400 que marcaron el máximo histórico del país en el tercer trimestre de 2007 y también el inicio del desplome del empleo que hizo perder a España casi cuatro millones de puestos de trabajo en menos de seis años.
¿Riesgo de recesión?
Pese al empeoramiento de los datos la patronal «no se aprecia riesgo de recesión en el corto plazo». Afirma que el menor empuje del PIB se focalizará en la demanda interna y más concretamente en la inversión de bienes de equipo, debido a la incertidumbre existente, tanto interna como externa, así como por el aumento de los costes fiscales y laborales y el anuncio de una regulación «más restrictiva», incluso «disruptiva» frente a la actual en algunos ámbitos.
Esperan los empresarios que el consumo privado mantenga su ritmo de crecimiento en el entorno del 1%, que son las tasas más bajas desde que se inició el periodo de recuperación, a pesar de la ganancia de poder adquisitivo y de la creación de empleo.
El consumo público, por su parte será el componente más dinámico de la demanda interna, con crecimiento del entorno del 2%, por el aumento del empleo público y, en general, por una política «más expansiva» del gasto público.
En cuanto a la evolución de los precios, la patronal destaca que no hay presiones inflacionistas en la economía española. En 2020, prevé que la inflación media se sitúe en el 0,8%, y en 2021 podría repuntar levemente, hasta el 1,1%, siempre y cuando «no haya sorpresas negativas en los precios de la energía».
Resalta también el «menor compromiso» del Gobierno con la consolidación fiscal en un escenario de pérdida de dinamismo económico, que ha llevado a esta organización a aumentar la previsión de déficit público, que será superior al 2% del PIB en todo el horizonte de previsión, por encima de las estimaciones del Gobierno.
Competitividad a la baja
La organización liderada por Antonio Garamendi advierte de que predominan los «riesgos a la baja», entre los que destaca la «magnitud de la reversión» de las reformas estructurales, especialmente de la reforma laboral, y su impacto negativo en la competitividad y en el potencial de crecimiento de la economía española.
Advierte también del «efecto desfavorable» de un aumento de los costes laborales en la creación de empleo en especial en los sectores intensivos en empleo y en algunos colectivos, especialmente los que tienen mayor dificultad de incorporarse al mercado de trabajo, como los jóvenes, parados de larga duración y trabajadores con baja calificación.
Otro de los riesgos que ven los analistas de la patronal es un «retroceso en el proceso de consolidación fiscal», sobre todo si el déficit público en 2019 se aleja considerablemente del objetivo y se sitúa más cerca del 3%. Alerta en este caso de una subida de impuestos que podría provocar un alza mayor en los anunciados por el Gobierno. «Todo tendría consecuencias desfavorables para la inversión, las expectativas y la creación de empleo, con su impacto negativo en el crecimiento», dicen.
En el ámbito exterior, la patronal también alerta de algunos riesgos como el acuerdo del marco regulatorio de las relaciones entre Reino Unido y la Unión Europea tras el Brexit, las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China, la inestabilidad financiera en los mercados emergentes y las tensiones geopolíticas en Oriente Medio y su impacto en los precios del petróleo.
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