Esta generación de jóvenes que usan la palabra viejo con sus adjetivos como insulto y descalificación es una generación degenerada. Una generación que se burla de su padre, de su abuelo y de sí mismo, salvo que pretenda ser joven por siempre.
Jamás en la historia de la humanidad, en cualquier cultura y país, la vejez ha tenido menos valor que en estos momentos en todo el arco occidental. Los jóvenes se creen saberlo todo, no lo saben, es cierto, tienen el saber y el conocimiento a golpe de teclado, algo que sus padres y abuelos tenían que memorizar o consultar su Wikipedia, los tomos enormes de los diccionarios de la lengua española. Todo cuanto está en su diccionario informatizado salió de esos libros. Por eso no saben más, les preguntas y su respuesta vendrá después de teclear.
Cuando se dice que ahora los niños tienen a su alcance mucha información con móviles y ordenadores, también la teníamos nosotros, todo se podía consultar, llevaba más tiempo pero ahí estaba. Sobre el mal uso de tanta información al alcance de los niños, se decía lo mismo con aquella apertura del destape, donde los cines, librerías y kioscos se llenaban de películas y revistas pornográficas, parecía que nos volveríamos todos pervertidos, pues no, al cabo de pocos años desaparecieron, igual que llegaron, de las carteleras y escaparates. ¿Recuerdan lo de tolerada y los rombos? Incluso llego la televisión, con la misma preocupación.
Antes ya a nuestros padres les ocurrió con las películas y novelas del oeste, pensaban que todos se convertirían en pistoleros a sueldo. Así ocurrirá con la actual preocupación de Youtube, TikTok, Instagram o cualquier otra red social. Se irán por donde vinieron.
Es cierto, viene algo más preocupante como es la IA, donde cualquiera podrá sustituir verdad por mentira, una cara, una voz, una situación... Si no se regula, se podrán cometer infinidad de injusticias. Aunque por supuesto tambien dejará espacio a otro avance o retroceso, según se mire.
Los niños más libres, los más respetuosos con las mujeres, padres, profesores, viejos y fuerzas del orden fuimos los de la generación Baby Boomers, nos criamos aprendiendo todo de la calle, sin vigilancia de nadie, a casa se iba a comer y dormir, era la escuela, coger la onza de chocolate, un trozo de pan y a correr, jugar y aprender de los mayores a ser mayores. Los niños estaban sueltos, no había miedo a que nadie les hiciera daño, se respetaba y mucho la edad. Aquello sí era libertad total.
Por eso ahora a los niños hay que también darles libertad, que no tengan miedos infundados, dejarles su espacio... Eso sí, educándoles en valores, la solidaridad, el compromiso, esfuerzo, disciplina, colectividad, compañerismo, lealtad, bondad, fidelidad... Valores que son esenciales para ser feliz. Lo decía la Madre Teresa de Calcuta, solidaridad: "El que no vive para servir, no sirve para vivir".
"Los ríos no beben su propia agua, los árboles no comen sus propios frutos, el sol no brilla para sí mismo, las flores no esparcen su fragancia para sí mismas.
La vida es buena cuando tú estás feliz, pero la vida es mucho mejor cuando otros son felices por causa tuya...
"Vivir para los demás es una regla de la naturaleza". SS Francisco.
¿Quién enseña eso ahora, lo que nosotros aprendíamos los unos de los otros? Se perdió el respeto por los mayores, ya nada queda por perder. Un mundo donde se lleva a los abuelo al asilo, a los niños a la guardería y se pasea al perrito es un mundo sin principios. Lo vemos también en hacer legal impedir nacer un ser humano con el aborto voluntario mientras metemos en la cárcel destruir huevos de pajaritos.
Estás Navidades vemos algo anormal, ya hay más publicidad de colonias y perfumes que de juguetes. Sin niños, sin proteger su nacimiento, la vida se pervierte y distorsiona.
Faltan niños, falta humildad y falta humanidad.
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