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jueves, 29 de octubre de 2020

CARTA DE UNA ENFERMERA.

 ES UNA REALIDAD CRUEL.

Trabajo en el HUCA, en segunda línea. Quiero decir que no estoy en una planta covid ni en Hospitalización. Es una consulta de pacientes preferentes, que no se puede cerrar temporalmente por pandemia, como ha ocurrido con otras en marzo y abril.

Desde que tuvimos conocimiento de la existencia del coronavirus en España, adecuamos nuestra consulta a la nueva situación. Cada paciente que llega es instruido en la técnica de higiene de manos según recomendaciones de la OMS, realizándola con hidrogel, delante de un cartel y simultáneamente conmigo. Al principio salía a buscarlos para que retiraran los guantes antes de entrar. Marzo, abril, mayo.... estamos a finales de octubre y a día de hoy sigo haciéndolo meticulosamente con cada uno de ellos. Me sorprende enormemente que muchos de ellos me agradecen la explicación.... otros reconocen que no lo hacen bien. Otros practicaron en sus domicilios y hacen lo que pueden.

Mi pregunta es: ¿por qué algo tan sencillo y eficaz como una higiene de manos bien hecha no se está realizando a estas alturas, una de las medidas más elementales de protección?

Cuando salgo a la calle, o voy al supermercado, hay multitud de personas que no mantienen la distancia... En ocasiones lo he recordado, sobre todo cuando voy a pagar en la caja de la tienda. Y me miran como si estuviera loca.

Puedo seguir con el tema de la mascarilla: ahora se llevan colgadas de unas cadenas o cordones monísimos, contaminándose alegremente mientras se camina... en la oreja, en el codo, en la barbilla. Todos lo vemos a diario, el mal uso que se hace de estas.

Distancia interpersonal, higiene de manos, mascarilla en locales... ¿Qué es lo que está fallando? ¿La solución cuál es? Prohibir salir de mi ciudad al campo, a pasear, hacerme sentir como una maleante por querer ir a mi pueblo a oxigenarme, a recoger castañas, a ver los colores del otoño. Nuestro presidente, que tanto se preocupa por la población del Paraíso Natural, asegura que este virus no afecta a la cultura, porque no ha habido ningún brote en cines, teatros, auditorios…

Yo no entiendo esta afirmación, ya que la transmisión es comunitaria. Pero los locales de ocio permanecen abiertos para que los ciudadanos acudamos y ¿nos pongamos en riesgo?

También recomienda que nos autoconfinemos, que no salgamos de casa en las ciudades... En conclusión: ¿de qué sirve el confinamiento si las medidas de protección individual no se hacen correctamente, bien por desconocimiento, bien por hastío?

Los sanitarios estamos cansados, muy cansados.

A veces pienso que, en lugar de tanta multa y amenaza, lo que habría que hacer es incidir en la educación sanitaria, y si las personas reinciden, mandarlas a un hospital, a un geriátrico, a limpiar, a ayudar, a ver con sus propios ojos lo que está ocurriendo.

Pero encerrarnos, encerrarnos como a maleantes, en pisos peores que muchas prisiones... en ciudades contaminadas por la polución...

Señores políticos: ¡dejen respirar a la población! Inviertan en educación sanitaria, en informadores, en Atención Primaria. Cuiden a los sanitarios... estamos cansados. Y, por favor: no nos encierren.

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