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jueves, 20 de junio de 2019

EN LA BODA DE PEDRO RAMOS ESTÁBAMOS ALLI TODOS DESNUDOS


Una empleada de la boda de Sergio Ramos y Pilar Rubio estalla: «Estábamos allí todos desnudos»

La mujer ha dirigido sus críticas a su equipo de trabajo, pues no cree que la pareja ni los invitados estuvieran al tanto del trato recibido.

El pasado sábado tenía lugar el que sin duda se ha coronado como uno de los eventos más esperados del año. Sergio Ramos y Pilar Rubio se daban el «sí, quiero» en una multitudinaria ceremonia celebrada en la Catedral de Sevilla. Posteriormente, el recién estrenado matrimonio y los cerca de 500 invitados se trasladaron a la lujosa finca del futbolista, «La Alegría SR4».
Una vez allí, y tras posar y hablar ante los medios, todos los asistentes se enclaustraron en una fiesta cuya privacidad se protegió al máximo. Tanto es así que aún quedan por conocer numerosos detalles sobre lo que ocurrió en el privilegiado espacio, que la pareja convirtió en su «parque de atracciones» particular.
Esta misma tarde, sin embargo, una empleada que trabajó en la finca la noche de la boda, ha roto su silencio y ha sacado a la luz algunos detalles sobre el trato que, siempre en sus palabras, recibieron tanto ella como sus compañeros. Escondida bajo el anonimato, ha hablado en directo con el programa de «Telecinco».


Sus quejas se dirigen, sobre todo, a las personas que supervisaban sus tareas, pues no cree que los novios y los invitados estuvieran al tanto del trato recibido: «Si lo hubieran sabido no creo que lo hubieran permitido».
«El equipo de trabajo fatal. Pagan 10 euros la hora. Dijeron unas cosas que después no se cumplieron, como que nos iban a llevar en unos vehículos. Nos tuvimos que buscar la vida y para volver lo mismo», explica para el programa citado. La empleada hace especial hincapié las formas de del metre que había allí trabajando: «Me trató como a un perro».
Cuenta que acudieron a la finca sobre las dos de la tarde, para preparar y limpiar algunas cosas, y que tuvieron que cambiarse en una carpa mujeres y hombres, todos juntos, mientras no paraba de pasar gente y les metían prisa: «Allí todos desnudos, una vergüenza (...) era la primera vez en mi vida que trabajaba en esas condiciones».
Se queja de que sus responsables no les dejaban hablar ni reírse y que no fue hasta las 3 de la madrugada cuando les dieron algo de cenar y que fueron los «restos de los invitados».
La trabajadora también ha dado algunos detalles sobre el contrato de confidencialidad que tuvieron que firmar y que solo tuvieron unas pocas horas para leérselo detenidamente. Se trataría de un documento de carácter «indefinido» en el que establecía que no podía hablar ni grabar y que, si lo hacían, podían llevarles a juicio e indemnizar hasta con 100.000 euros.
Esta persona expone que, a día de hoy, aún no ha cobrado el sueldo por la jornada de trabajo y que no se fía de que la empresa les pague lo que corresponde.
ES TREMENDA LA EXPLOTACIÓN LABORAL QUE HAY

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