ASI DESTRUYEN CIVILIZACIONES.
Este presente desconcertante que vivimos no lo hubiéramos imaginado ni en sueños de ciencia ficción, que por cierto, que yo recuerde, ni siquiera se ha visto en ninguna película. Bien pues, ya estamos pensando en si acabará o cómo acabará. Algunos analistas o periodistas, que, como en todo, los hay optimistas, realistas y pesimistas, nos ofrecen tímidamente su visión.
El análisis del optimista dice que tarde o temprano aparecerá la vacuna y, aunque hará inmensamente ricas a las farmacéuticas, habrá vacunas para todos. El análisis del realista dice que, aunque haya vacuna, sobrevendrá una de las peores épocas de necesidad vital. Detrás de la peste, viene la escasez.
El análisis del pesimista dice que se trata de un ataque terrorista.
Por más de veinticinco años, Estados Unidos, la ex Unión Soviética y varias otras naciones trabajaron con afán por desarrollar armas biológicas. Pero en 1972 se decidió prohibir ese tipo de armamento. Aun así, ciertos países continuaron en secreto con sus labores de investigación hasta el punto de acumular grandes cantidades de agentes biológicos letales y crear además los medios para lanzarlos contra sus objetivos.
Hoy en día los adelantos en el campo de la biotecnología son también motivo de preocupación. Los científicos ya conocen la manera de modificar agentes patógenos existentes a fin de hacerlos extraordinariamente letales y al mismo tiempo más fáciles de manejar. Mediante ingeniería genética pueden alterar microorganismos inocuos para que produzcan toxinas, manipularlos para que eludan los métodos de detección habituales o hacerlos resistentes a los antibióticos, las vacunas normales y el tratamiento. Ciertos científicos que desertaron de la ex Unión Soviética, por ejemplo, dijeron haber producido un tipo de peste resistente a dieciséis antibióticos.
Ya sé que esto asusta, pero hemos sobrevivido a pestes de destrucción masiva, la cuestión sigue siendo qué clase de sociedad sobrevivirá. Un indicativo natural nos lo da la forma en que nos estemos comportando ahora y la marca que dejará especialmente en los jóvenes. Preguntémonos: ¿cómo nos hemos comportado, y cómo nos estamos comportando y por qué?, ¿qué valores nos han mejorado, o qué mala entraña nos ha vuelto más egoístas y peligrosos? Ahí podemos encontrar la próxima peste. Que el que quiera se conjure para producir en sí mismo una persona mejor, eso pudiera ser una vacuna, producir una sociedad compasiva hacia los más necesitados, o en último caso, alguien provechoso para la humanidad que Dios decida rescatar de sí misma.
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