Portugal eleva la edad de jubilación y alarga la jornada de los funcionarios
Passos Coelho anuncia nuevos recortes para salvar al país de la quiebra.
Cuando el primer ministro Pedro Passos Coelho anuncia una solemne alocución televisada por la tarde los portugueses cruzan los dedos. Con razón, porque, por lo general trae muy malas noticias. Este viernes ha sido así. Passos Coelho adelantó a los portugueses que se avecina una nueva oleada de recortes y de medidas restrictivas que durarán, al menos, hasta finales de 2015 por valor de 4.800 millones de euros. Será un macro-tijeretazo que comenzará a aplicarse ya en este año y que afectará, casi en exclusiva, a funcionarios, trabajadores de la función pública y pensionistas. Esto es, los sectores de población que, en virtud de la reciente sentencia del Tribunal Constitucional, hecha pública el pasado 6 de abril, verán repuestas sus pagas extra, retiradas a primeros de año. Es sí: no habrá subida de impuestos (ya subieron en enero).
Los funcionarios trabajarán más, cobrarán menos y tendrán menos vacaciones. Los pensionistas también cobrarán menos y se jubilarán un año más tarde, a los 66. El Gobierno tiene pensado alargar la actual jornada laboral de funcionarios y empleados públicos, que es de 35 horas semanales, igualándola al del resto de los trabajadores portugueses, que es de 40. Se renegociará —a la baja— la tabla salarial y se les recortarán días de vacaciones. También se estimularán los despidos pactados. La intención del Gobierno es que se vayan 30.000 funcionarios. Igualmente, se modificará la legislación para facilitar el despido de empleados públicos que, actualmente, se encuentran en un régimen especial, sin ocupación pero con un subsidio que alcanza hasta el 50%. del sueldo.
Los pensionistas deberán pagar una tasa especial, progresiva, de la que quedarán exentas las jubilaciones más bajas. Este impuesto se anulará cuando la economía vuelva a crecer, según explicó el primer ministro portugués.
Además, todos los ministerios acometerán un plan de ahorro encaminado a gastar un 10% menos de lo que gastan ahora. Todo esto en un país en el que las urgencias ya cuestan 20 euros, la ratio por alumno sube desde hace dos años sin parar y el metro y el autobús son cada vez más caros y más deficientes.
El calendario para conseguir el ahorro de estos 4.800 millones impuesto por el Gobierno portugués es peliagudo y difícil en un país ya asfixiado por continuas oleadas de recortes y ahorros en gastos del Estado. Pero Passos Coelho insistió en que no hay otro remedio: “Está en juego nuestra participación en el euro. Dudar ahora acabaría con nuestra credibilidad en Europa y esto nos arrastraría a un segundo rescate. Y eso es algo que no podemos consentir”. Es decir, para el primer ministro portugués, no hay alternativa a la de la austeridad creciente. Passos Coelho y volvió a mostrarse como un dirigente con las manos atadas y con muy poco margen de maniobra. De las medidas presentadas ayer depende, avisó, que la troika acepte en desembolsar los 2.000 millones de euros correspondientes al tramo abril-mayo del préstamo de 78.000 prometido al país en 2011 y el aplazamiento de los vencimientos del pago de intereses y plazos de la deuda de este préstamo, a partir de 2014, a fin de que Portugal no se vea ante una montaña insalvable de incumplimientos.
El primer ministro portugués insistió en que el país se encuentra mejor que hace dos años pero que aún hay mucho por hacer: “Desfallecer ahora es derrochar los esfuerzos que hemos hecho. Y estamos en la recta final”. Puede ser. Pero el anuncio de estos nuevos recortes coincide con la publicación de las nuevas —y sombrías previsiones— de la Unión Europea para Portugal. Según estos datos, el PIB portugués reculará este año un 2,3%, y el año que viene se recuperará mínimamente, creciendo un 0,6%. El paro, que ahora roza ya el 17%, llegará al 18,5% en 2014.
Passos Coelho, para dar cierta esperanza, puso el ejemplo irlandés: “Ellos ya están consiguiendo algunos frutos. Pero empezaron con una reforma estructural antes. Nosotros debemos hacerla. Debemos reducir la estructura del Estado a nuestras necesidades”. Recordó a las palabras del ministro de Finanzas, Vítor Gaspar, que hace unos días advirtió: “Los portugueses tienen que tener el Estado que quieran pagar”.
Las críticas a la nueva oleada de recortes prevista y anunciada por el Gobierno portugués no se hicieron esperar. El secretario general del Partido Socialista, António José Seguro, aseguró en la cadena de televisión TVI que todo lo anunciado por Passos Coelho “son pésimas noticias”. Y añadió: “La misma receta sobre los mismos. Esto lleva a Portugal a una espiral recesiva”. El rechazo de estas nuevas medidas le llega a Passos Coelho no solo de la izquierda. Manuela Ferreira Leite, exministra conservadora de Hacienda, acusó al actual Ejecutivo luso de obligar a los portugueses a sacrificarse “para nada”.
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