El Spiderman de Cáceres
El último medallista de oro español debe entrenarse en rocódromos comerciales por falta de instalaciones.
A Alberto Ginés López (Cáceres, 2002) le entró el gusanillo de la escalada cuando era un crío, en su Cáceres natal. Los fines de semana se iba a subir peñas como una cabra montesa y entre semana se las apañaba con los rocódromos interiores. Aquella afición se fue poco a poco convirtiendo en algo más serio, aunque hubo un punto de cesura, un momento a partir del cual todo resultó diferente: su traslado a Barcelona, al Centro de Alto Rendimiento de Sant Cugat, en septiembre de 2018. Tenía quince años. No fue una decisión sencilla. «Al principio lo pasé mal -recuerda-, se me hizo muy duro. No había nadie de mi deporte y encima yo era muy introvertido. Todavía lo soy, aunque ya no tanto. Me vi obligado a abrirme y a socializar. Por fortuna los del equipo de atletismo me acogieron muy pronto y ahora ya tengo amigos de todos los deportes».
Ginés se ha convertido en un pionero. Su disciplina, la escalada deportiva, ha debutado en unos Juegos Olímpicos y él acaba de conseguir una inesperada medalla de oro. Alberto confesaba hace unos días que, por su edad, no pensaba estar en Tokio y ponía los ojos directamente en París 2024, pero también advertía de que una vez que se había clasificado iba a competir a tope. «No por haber llegado un poco por sorpresa vamos a esforzarnos menos», avisó. No tenía miedo Alberto, pese a que sabía que se enfrentaba contra rivales de países con infraestructuras mucho mejores, como Japón, meca de este nuevo deporte olímpico. En España, a veces tiene que compartir pared con aficionados que solo van a pasárselo bien: «Hay muchos rocódromos pero la mayoría son privados y se mueven por intereses comerciales. Así que tengo que entrenar con los clientes de por medio. Es un poco complicado porque a veces tenemos que esperar más tiempo para realizar nuestras series porque hay otros usuarios disfrutando».
En los Juegos Olímpicos de Tokio, la escalada deportiva se ha dividido en tres pruebas: velocidad, dificultad y bloques. Aunque en las competiciones internacionales de escalada, cada prueba tiene clasificación independiente, los organizadores de los Juegos han decidido que solo haya una combinada. «El problema es que cada uno somos especialistas en una de ellas, así que esta decisión nos perjudica a todos y hace que el resultado sea bastante incierto», reconocía Alberto. La escalada de velocidad ha sido la prueba más rápida de todas las que se disputen en Tokio en cualquier deporte; más incluso que los cien metros lisos. Los escaladores tardan un suspiro en trepar como arañas enloquecidas por una pared vertical de 15 metros (lo que mide un edificio de tres plantas), con 20 agarres para las manos y 11 para los pies. El actual récord del mundo lo estableció hace dos meses un escalador indonesio, Veddriq Leonardo, que completó el recorrido en 5,208 segundos. Alberto la ganó inesperadamente, con 6.42 segundos. Ya avisó en este periódico que, aunque no la había entrenado mucho, le estaba cogiendo el tranquillo. «He mejorado bastante la marca y cada vez me gusta más. Ya no me cuesta tanto prepararla... Es curioso, lo que más me cuesta ahora es el bloque (boluder)». Y, como si de una profecía se tratase, Ginés tropezó en el boulder, en el que los escaladores, sin cuerda de seguridad deben encontrar, como en un rompecabezas, tantas vías de acceso como puedan hacia un objetivo. Quedaba la dificultad o 'lead', en la que escalador debe trepar lo más alto posible en un muro de 15 metros con saledizos y obstáculos. Su prueba favorita, en la que ya fue medalla de plata en el Europeo de Edimburgo.
EN HORA BUENA CAMPEÓN
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