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lunes, 4 de enero de 2021

IRRESPONSABILIDAD GENERAL

 LA ANARQUÍA HUMANA.

Por si no está claro, aclaro o, al menos, trato. Me refiero a cosas cuyo costo, trabajo, elementos necesarios para ser hechas bien, etc., no sufren incremento alguno sobre las mismas hechas mal.

Se entiende fácilmente que, por ejemplo, en las rebajas te den gato por liebre y cuando la mujer tire de un hilo suelto, en el vestidito tan mono que consiguió, se lleve con él toda la costura, o que la tal costura, que resistió impávida el tirón, y que se suponía recta, tenga un trazado similar a la carretera del Infanzón.

Lógico, con mejor género y confección, por muy rebajado que estuviera, ni de coña esa ganga se consiguiera. Lo que sí puede ocurrir, he ahí la explicación de su existencia, es que el vestido barato cumpla la misma función práctica que el caro.

Mal hechos, para mí, por ejemplo, los bancos públicos de Gijón. Ni uno solo conozco yo que cumpla su cometido a la perfección. Imperfección sin explicación. Me parecen diseñados por una reencarnación de la Inquisición. Los menos torturantes, hasta puedo, sin ambages, calificarlos de cómodos, están definidos en su calificación como “modelo Gijón”, ¡pero! ahí mismo se mencionan sus reposabrazos curvos.

“Reposabrazos”. No se pueda explicar lo inexplicable, ¿cómo se reposa el brazo sobre un soporte con forma de arco, cuyo punto más elevado se encuentra en el respaldo del banco? Imposible. Haga el intento para un resultado obvio. La fuerza de gravedad hará que, en caso de intentarlo, el brazo se deslice sobre la curva hasta encontrar apoyo en el asiento, en su pierna, o en cualquier otro sitio que no sea el “posabrazos” de marras y que en nada contribuirá a su comodidad. El mismo elemento, en vez de un arco, un ángulo, el lado pegado al respaldo horizontal y perfecto. Así de sencillo.

Para mí, una prueba más de que, ni en las cosas más sencillas, las ordenanzas (el personal que las inventa) suele acertar.

Más cosas elementales que fuñen lo suyo la paciencia. En vez de hechuras conductas.

Cómo ejercen los carteros y repartidores de publicidad a domicilio, amén de otros menos significativos. ¿Llaman los carteros al timbre de un destinatario de las misivas que portan? Para nada, tocan todos los timbres del edificio. ¿Los repartidores de publicidad? Que ni un solo timbre deberían tener permitido tocar. La misma miasma, a fastidiar la paciencia del inquilinato al completo tocando todos los timbres.

Cuestiones sencillas imposibles de solventar por la estúpida forma social de pensar. Aunque puestos a lucubrar... Timbres inteligentes y entregas con alguna forma de identificación, es la correcta, apertura automática de la puerta, no lo es, descarga de 220 W en el dedito que molesta y se acaba el perrito ladrador.

A pequeños males, pequeños remedios, con los que podríamos hacer bastante más grata la existencia y menos exigida la paciencia.

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