La última obsesión del magnate Bezos es retrasar el envejecimiento
- El español, Juan Carlos Izpisúa, será uno de los científicos.
Para hacer verdaderos viajes espaciales hay que vivir muchos años. Algo así debió pensar Jeff Bezos tras aterrizar de su cuarto de hora de ingravidez el pasado mes de julio. Por eso ahora, la obsesión del magnate fundador de Amazon es la longevidad humana, vivir el máximo de años posibles y sin rastro de enfermedades incapacitantes. Para ello, ha sacado la cartera y ha invertido, junto a otros multimillonarios, 2.658 millones de euros en una compañía que acaba de nacer: Altos Labs.
Pero, ¿Quiénes forman esta biotecnológica y qué proyectos tienen? De momento, hay más promesas que hechos tangibles, pero es cierto que han conformado un grupo ejecutivo y científico de alto nivel. Como objetivo fundacional buscan desentrañar la biología profunda de la programación del rejuvenecimiento celular. "La misión de Altos es restaurar la salud celular y la resiliencia para revertir enfermedades, lesiones y discapacidades que pueden ocurrir a lo largo de la vida", explican. Es decir, fortalecer las células ante determinadas patologías y, sobre todo, enseñarles cómo defenderse de las mismas.
La idea, desde el punto de vista conceptual, no es nueva. En áreas terapéuticas como la oncología ya hay base. Los tratamientos más innovadores buscan enseñar a las células a defenderse más que atacar el propio tumor desde fuera. El último ejemplo son las famosas CAR-T, un procedimiento mediante el cual extraen células del enfermo oncológico para potenciarlas en un laboratorio y devolvérselas a su dueño. Lejos de ser ciencia ficción, en España ya se hace esto, hay varios hospitales con el conocimiento necesario y dos compañías (Novartis y Gilead) que tienen comercializadas sus terapias desde hace cuatro años.
De hecho, este conocimiento no será ajeno a Altos Labs. Dentro de su elenco de profesionales se encuentra Rick Klausner, exdirector del Instituto Nacional del Cáncer en Estados Unidos, que ejercerá de director médico. Junto a él, como presidente y fundador, se encuentra Hans Bishop. Este fue director ejecutivo de Juno, una biotecnológica que hoy pertenece a la farmacéutica Bristol Myers Squibb y que también desarrolló una terapia CAR-T. El director ejecutivo del nuevo sueño de Bezos será el exdirector médico de GSK, otra gran multinacional farmacéutica, y Ann Lee-Karlon, que fue vicepresidenta de Genentech (adquirida por Roche en 2009), ejercerá de directora de operaciones.
La compañía tendrá presencia en América, Europa y Asia. "Altos inicialmente tendrá su sede en EEUU, en el Área de la Bahía de San Francisco y San Diego, y en el Reino Unido, en Cambridge. La compañía también tendrá importantes colaboraciones en Japón", explican. Dentro de su organización cobrarán especial relevancia los institutos de ciencia y medicina, ideados para formularse las hipótesis a las que dar respuesta. Es decir, cómo se puede ampliar la longevidad del ser humano y cómo se puede llevar a la práctica clínica y comercial.
Es en esta parte del proyecto de la nueva farmacéutica donde España también deja su sello. Juan Carlos Izpisúa será uno de los científicos principales de Altos Labs. Entre sus últimas investigaciones se encuentran la mezcla de células humanas en embriones de primates. El objetivo de este trabajo es múltiple, pero destaca por su potencial para crear órganos trasplantables y lo que parece haber llamado la atención de la nueva compañía: entender el envejecimiento como causa de enfermedades como el Alzheimer o el cáncer.
Como se puede observar, las ideas, la pasión y el dinero no parece que vayan a ser un problema para Altos, al menos en sus primeros pasos. Pero el mundo farmacéutico es complicado. Todas las inversiones requieren de una paciencia infinita y de una mentalidad muy abierta para encajar que lo que hoy es blanco mañana puede ser negro. También hace falta un largo recorrido de relaciones institucionales. Los medicamentos son bienes muy regulados en la mayoría de mercados y su utilización en el gran público está sujeta tanto a ensayos clínicos muy exigentes como a negociaciones exhaustivas para encontrar un precio que satisfaga a todas las partes.
Pero en ciencia, lo primero que hay que tener es la idea, y eso está plasmado en Altos. Se quiere la fuente de la juventud, la varita mágica que consiga detener el tiempo, el cuadro de Dorian Gray al que dirigir el envejecimiento. Es la vieja quimera del oro de cualquier alquimista, pero sin horizontes que perseguir no habría descubrimientos. Lo que queda desearle a Altos es que lo consiga, en mayor o menor medida, y que eso ayude a paliar muchas de las enfermedades de hoy en día. Lo que hay que exigirle, en este caso a los accionistas, es que no antepongan la retribución personal a un posible beneficio mundial que cambiaría todo. Habrá que darle tiempo al tiempo porque, si hay suerte, Bezos y los suyos nos lo devolverán.
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