«Dinamarca u Holanda se estarán frotando las manos con las declaraciones de Garzón»
El secretario general de la Federación Empresarial de Carnes e Industrias Cárnicas (FECIC) afirma que «la industria cárnica no está atrincherada, está evolucionando como la industria del automóvil»
A modo de regalo envenenado, las críticas del ministro de Consumo Alberto Garzón en 'The Guardian' - realizadas el 26 de diciembre y que se hicieron virales en vísperas de Reyes - contra las grandes explotaciones ganaderas (macrogranjas) y la ganadería intensiva han puesto al sector cárnico de actualidad. Una actividad que ocupa a unas 700.000 personas en España y que exportó en 2020 hasta 7.347 millones de euros, según el Ministerio de Agricultura. El secretario general de la Federación Empresarial de Carnes e Industria Cárnica (Fecic), Josep Collado, analiza todo este fenómeno y, además, insta a esta industria a «dar un paso inteligente hacia delante»:
-¿Qué le parece toda la polémica surgida alrededor de las declaraciones del ministro de Consumo, Alberto Garzón?
-Lo más grave es la forma en que el ministro ha hecho estas declaraciones. A un ministro se le requiere sensatez, responsabilidad... nunca he visto que un ministro busque un medio internacional para criticar y desprestigiar a un sector de su propio país. España exporta tres millones de toneladas de carne, lo que ha hecho el ministro es una andanada contra el sector y podemos salir muy perjudicados. Dinamarca u Holanda estarán frotándose las manos. Por otro lado, el perfil bajo del Gobierno en este tema es sorprendente.
-En España conviven diferentes modelos de producción como la ganadería extensiva (más tradicional) y la intensiva. ¿Qué opina de fenómenos como 'macrogranjas'?
-El debate real no consiste en contraponer las macrogranjas con la producción extensiva. ¿Acaso son más eficientes las granjas grandes, modernas que las dispersas? ¿Mil granjas con mil cerdos que cien con mil, que tienen, incluso, plantas de biogás? La eficiencia es superior en estas granjas de mayor dimensión y modernas, que en las más pequeñas con una gestión de andar por casa. Las manifestaciones del ministro obvian que el modelo intensivo es el de todas las aves de corral, de gran parte del porcino y el vacuno. España tiene lo que tiene. Mientras que en el norte de Francia hay buenos pastos, España no es un país con esas orografías, y somos competitivos en generar alimentación a través de piensos. Exportamos tres millones de toneladas. No lo estaremos haciendo tan mal.
-Entonces, ¿por qué existe una percepción negativa hacia el sector? ¿Cómo actúan para fomentar las mejores prácticas?
-En estos momentos hay un cambio de orientación estratégica en el sector. Tenemos varios frentes como el Pacto Verde Europeo y el COP26 en los que se está avanzando. También existe la percepción social de que se come demasiada carne y que las producciones cárnicas contaminan. Las industrias están dando un paso adelante y recogiendo esa demanda social abriendo líneas paralelas de productos a base de plantas. La industria cárnica no está atrincherada, defendiendo a ultranza sus posiciones, está evolucionando como la industria del automóvil. Debemos dar un paso inteligente hacia delante, para no convertirnos en el carbón del siglo XXI.
El Ministerio de Agricultura ultima el primer real decreto en España, que regulará el tamaño de las explotaciones de bovino (carne y leche). ¿Cuál es el posicionamiento de Fecic? ¿Han presentado alegaciones al proyecto de decreto?
Se han hecho aportaciones. No nos oponemos a que se regule el número de animales que deben existir en una granja. No se trata de maximizar, de prohibir, porque son 'macrogranjas'. Lo que recabamos es sentido común, criterios de autorización sobre los niveles para establecer granjas. Criterios objetivos, técnicos. En cualquier caso, será precioso valorar caso por caso en cada autorización o solicitud. No se trata de prohibir 'per se', porque son muy grandes. Mientras todo sea objetivable, podemos hablar, pero con apriorismos no vamos a ninguna parte.
Los ganaderos muestran su preocupación por la competencia de las importaciones de terceros países, que no están sujetas a las mismas normas que en la Unión Europea (UE), ¿comparten esta inquietud?
Es un tema histórico, porque la UE nunca ha sido capaz de establecer las denominadas 'cláusulas espejo' o requerimientos de igualdad. Por ejemplo, con el tema del carbono, se empieza ya a trabajar en el tema del impacto de carbono en la entrada de estos productos pero hay cantidad de 'dumping'. Un caso es el uso de sistemas de alimentación animal no autorizados, parece ser que la nueva presidencia europea de Francia - que se prolongará hasta el próximo 1 de julio - tiene entre las prioridades de Macron este punto. Nosotros estaríamos encantados de que no hubiera competencia desleal, en el fondo lo es para los costes de producción, y todo lo hiciéramos en igualdad de condiciones.
Escalada de los costes de producción
¿Cómo está impactando en su actividad la escalada de los costes de producción, especialmente por la subida del precio de la energía?
La verdad es que está teniendo mucho impacto. En la producción ganadera estimamos que los costes se han incrementado un 30%, aparte de la energía por los materiales adicionales aditivos. Por ejemplo, el incremento del coste de los cereales ya se estaba produciendo antes de la energía. En cualquier caso, los costes energéticos están pasando factura: Todas las industrias cárnicas, las salas de despiece, las grandes salas de cámaras refrigeradas que debemos mantener a temperaturas reguladas por debajo de los siete grados. El factor energético tiene un impacto muy grande en los costes de mantener estas grandes instalaciones.
¿Están pudiendo repercutir este incremento de costes en los precios finales?
Complicado. Cuando accedes a los mercados internacionales hay países que están exportando como Brasil y otros a precios inferiores porque los costes normativos no son tales. Por ejemplo, en Estados Unidos ciertos costes normativos y energéticas difieren: No son los precios igual para todos. Luego, en el mercado interior, a través de productos elaborados como jamones o salchichones la gran distribución es una barrera de resistencia. La gran distribución está peleando entre ellos por tener el mejor Precio de Venta al Público (PVP) en el lineal, para atraer al consumidor final. Es decir, a las barreras en el mercado internacional se suma que en el interior cuesta trasladar en su totalidad los costes de producción.
¿Están participando de alguna forma en la preparación del Perte (Proyectos Estratégicos para la Recuperación y Transformación Económica) Agroalimentario, presupuestado con unos 1.000 millones de euros, y que está previsto que apruebe el Consejo de Ministros este mes?
A través de agencias expertas en la gestión de estas cuestiones elaboramos una suerte de 'Perte cárnico-ganadero' a través de las organizaciones interprofesionales representando al sector en una iniciativa para mejorar temas como la seguridad, la trazabilidad y acometer de manera conjunta el 'Perte Agroalimentario'. Inicialmente se planteó uno cárnico ganadero, pero ahora será uno más grande para cubrir a toda la industria agroalimentaria. Sí que nos consta que hay iniciativas empresariales de grandes grupos, que están cooperando entre ellos, para desarrollar temas de blockchain para la trazabilidad y la seguridad alimentaria. O también en materia de energías renovables. De cualquier modo, las empresas estaremos ahí para materializarlo y no perder un euro.
Desde diferentes ámbitos empresariales temen que, gran parte de los fondos europeos de recuperación, se queden sin ejecutar perdiendo una gran oportunidad para modernizar la economía española.
El tema de los fondos europeos es de tal dimensión y envergadura, que a veces da un poco de vértigo. El Gobierno ha apostado por gestionar este volumen de millones con las estructuras propias, pero luego vemos lo sucedido con el SEPE y los ERTE, cuando se ha producido un incremento de actividad sobrevenido. Hay temor sobre si las administraciones públicas tendrán la capacidad suficiente para gestionar esta cantidad ingente de millones con sus respectivas aprobaciones, verificaciones e inversiones. Un auténtico tsunami de gestión administrativa, en el que se producirá un cuello de botella. Desde CEOE estamos muy atentos a ello. Esperemos que no se pierda ni un euro.
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