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domingo, 2 de enero de 2022

TEMOR EN PODEMOS A QUE DÍAZ Y SU REFORMA LABORAL ABRAN UNA BRECHA EN EL GOBIERNO CON ERC Y BILDU

 Temor en Podemos a que Díaz y su reforma laboral abran una brecha en el Gobierno con ERC y Bildu

En el partido creen que la medida es corta y que Díaz no cuida a los socios como lo hacía Pablo Iglesias

Podemos arranca 2022 con dudas sobre cómo pueden afectar las aspiraciones personales de Yolanda Díaz al bloque que sustenta al Gobierno. Con una preocupación especial por si la reforma laboral, medida estrella para esa facción del Gobierno, pasa a convertirse en un dolor de cabeza para la mayoría que sustenta al Gobierno. La formación morada vive el liderazgo de Díaz haciendo equilibrios. Pero el alcance de la norma pactada con patronal y sindicatos deja «dudas» en el partido morado. Primero por un contenido que consideran lejos de sus posiciones máximas y que se parece más, dicen, «a lo que el PSOE venía defendiendo».

Y por consecuencia de ese contenido, escaso para buena parte de la izquierda, existe una preocupación más inquietante: que se deteriore la relación con los socios de coalición, especialmente con ERC y Bildu

Los socios no están en este momento por la labor de tener que convalidar la reforma en el Congreso de los Diputados sin posibilidad de hacer modificaciones, que es a lo que aspira Pedro Sánchez.

El pasado miércoles, durante su comparecencia de balance anual, Pedro Sánchez señaló que era de «sentido común» aprobar el acuerdo que habían suscrito los agentes sociales. Y no poner en riesgo el apoyo final de la patronal. El presidente del Gobierno sabe que Antonio Garamendi es un apoyo importante de cara a Europa y también un instrumento que reduce la presión política y mediática sobre la reforma.

La doctrina Iglesias

El gran legado político de Pablo Iglesias, probablemente el único, fue conseguir arrastrar definitivamente al PSOE a una coalición de Gobierno y hacerlo además atado a una hipoteca mayor todavía: con las fuerzas nacionalistas e independentistas como único aliado posible. Desde las elecciones de diciembre de 2015 existía esa mayoría en el Parlamento. Pero no cristalizó hasta la repetición electoral de noviembre de 2019. Cuatro años en los que se sucedieron la prórroga al Gobierno del PP y la mutación socialista. Y en los que Podemos se redimensionó: pasó de amenazar la posición del PSOE a ser su muleta. Iglesias terminó sacrificando a Podemos primero sumar fuerzas con IU, y luego fajándose como arquitecto político de ese bloque de izquierda independentista: «Siempre cuidó a ERC y Bildu aunque eso supusiese perder terreno en su favor en esos territorios», explican en Podemos. La marca morada como facilitador y argamasa de un bloque compacto que fuese «condición de posibilidad» para que el PSOE pudiese gobernar. Un empeño en el que «Pablo se quemó» en su «tozudez» de que el PSOE «solo pudiera mirar a la izquierda». Y ahora empiezan a ver con preocupación como se resucita la opción de la geometría variable a través de Ciudadanos. «Y si ya el PP llegase a plantear no bloquear la convalidación tendríamos un problema», trasladan otras fuentes de Podemos.

La geometría variable

Los principales rostros del partido, Ione Belarra, Irene Montero o Pablo Echenique, avalaron públicamente un acuerdo que desde el departamento de Díaz se bautizó como «histórico». Aunque en privado se reconoce que muchos no piensan lo que escribieron pero que hacerlo forma parte del respeto que se tiene a Díaz como líder del espacio y futura candidata. Aunque ello haya provocado, denuncian, que en la recta final del año se hayan retrasado otras cosas fundamentales para Podemos y que no se ha querido presionar al PSOE para que no se afectase al espacio que Díaz necesitaba para terminar de pulir la norma. Algo que, subrayan en Podemos, habría sido más difícil que sucediese con el modelo de liderazgo y de relación con el PSOE que tenía Iglesias.

Pero pese a que públicamente se ha salido a apoyar a Díaz, también se ha reconocido en boca de una de sus portavoces, Sofía Castañón, que lo acordado «no es la reforma que haría Unidas Podemos de ser mayoría en el Gobierno y no acaba de ser del todo la que querían los agentes sociales», dijo en referencia a los sindicatos. Declaraciones que resuenan con fuerza, pero no tanto como el silencio de Pablo Iglesias. Que pese a los múltiples altavoces con los que cuenta no se ha manifestado sobre la norma.

Y es que las dudas con el contenido y con las citadas consecuencias políticas se reconocen en privado. En Podemos son conscientes de que la idea del consenso y de la batería de acuerdos alcanzados con los agentes sociales es la carta de presentación fundamental del proyecto de Yolanda Díaz. Se respeta y se considera una oportunidad. Pero creen que si se negocia una norma tan importante con el PSOE y los empresarios habría que, en paralelo, haber cuidado más a ERC, Bildu, Más País o al PNV. «Tenerlos más al tanto y ser más empática con ellos», reprochan en Podemos. Creen que Díaz ha terminando «estrechando» el marco de la negociación. En estos momentos Ciudadanos o la FAES se han manifestado en términos menos críticos con lo pactado que algunos socios habituales del Gobierno. En las facciones más izquierdistas del partido y en sus entornos mediáticos produce escalofríos que el estilo de Díaz y sus intenciones reproduzcan la idea de transversalidad y cierta desideologización que ideó Podemos entre 2014 y 2016 bajo el liderazgo estratégico de Íñigo Errejón. De fondo, la pregunta clave: ¿Qué sitio tiene Podemos en el proyecto de Yolanda Díaz?

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