España empeora su clasificación en la escala de corrupción de Transparencia Internacional
De la 30 de 2019 hemos pasado a la 32 en 2020 y a la 34 en 2021. Dinamarca encabeza esta lista y es el país menos corrupto del mundo
En el último examen sobre corrupción de Transparencia Internacional, publicado hoy en Berlín, España obtiene la calificación de 61 puntos sobre un total de 100, lo que significa un retroceso respecto a notas anteriores. España se sitúa ahora en el puesto 34 en la lista de 180 países examinados, cuando en la edición anterior del estudio ocupaba la plaza 32, con 62 puntos. Esto significa que los observadores internacionales nos perciben como un poco más corruptos, aunque quedamos situados mejor que países como Italia, Polonia o Israel, pero peor que Lituania, Portugal, Corea del Sur o Catar.
El país del mundo con menos corrupción, según el informe de Transparencia Internacional, es Dinamarca, con 88 puntos, seguida por Finlandia y Nueva Zelanda, y en esto el documento coincide con el análisis sobre libertades civiles que publica regularmente Democracy Index.
Los farolillos rojos de la lista son Venezuela con 14 puntos, Somalia y Siria con 13 y Sudán del Sur con 11. En Venezuela, indica la organización, «el gobierno del presidente Nicolás Maduro ha acallado el disenso entre sus rivales políticos, periodistas e incluso trabajadores sanitarios». «A lo largo de la última década, el país ha sufrido una considerable caída en el índice, con su calificación más baja hasta la fecha en 2021».
Se trata, en definitiva de una lista prácticamente calcada de las resultantes de ediciones anteriores y esa es precisamente la principal preocupación del presidente de Transparencia Internacional Alemania, Hartmut Bäumer. «Estos datos no son precisamente para estar contentos», ha dicho durante la presentación, «porque demuestran que, lamentablemente, estamos progresando poco en la lucha contra la corrupción».
El progreso, de hecho, es «escaso o nulo» en el 86% de los países estudiados. En la última década, 154 países han sufrido un deterioro o no han avanzado en su lucha contra la corrupción y entre ellos se encuentran algunas potencias como Australia, Canadá o Estados Unidos. Son los más pequeños los que destacan por sus avances, como Estonia, Seychelles o Armenia.
Bäumer apunta que en las democracias avanzadas se consiguen progresos, por ejemplo, con la introducción de registros de lobby y con endurecimientos de las reglas sobre las actividades secundarias de los parlamentarios, mientras que se mantienen "déficits masivos" con la ausencia de regulación penal de las empresas y la inadecuada protección de los denunciantes, además de la amplia vigencia del secreto oficial en la administración.
La serie muestra además que los estados que cercenan las instituciones constitucionales y democráticas o violan los derechos humanos son los mismos que sufren cada vez más la corrupción, como se percibe en los casos de Hungría y Turquía. Desde 2012, 25 países han mejorado sus puntuaciones, pero 25 han descendido. La tendencia al alza, aunque seguramente a ritmos más lentos de lo deseable, se percibe asociada de forma generalizada a los países constitucionales y democráticos, pioneros en la lucha contra la corrupción.
EE.UU., «el niño problemático»
Aunque es esta norma hay que anotar excepciones significativas. Transparencia Internacional describe a Estados Unidos como un «niño problemático». Por primera vez en una década, el país pierde su lugar entre los primeros 25 países de la tabla, lo que la organización describe como un efecto secundario de la administración Trump.
El informe felicita a Biden, por identificar la corrupción como un problema central para la seguridad nacional y advierte que «la complacencia en la lucha contra la corrupción da pie a violaciones de derechos humanos de mayor gravedad y socava la democracia, detonando así una espiral viciosa», porque «conforme se erosionan derechos y libertades se debilita la democracia, el autoritarismo avanza y contribuye a su vez a alimentar la corrupción». «No se trata de una coincidencia», insiste el informe.
El informe de Transparencia Internacional se basa en las percepciones de representantes empresariales y expertos de países sobre la corrupción en la política y la administración, que la organización compila a partir de 13 fuentes de instituciones independientes, como el Banco Mundial. Incluye, entre otras cosas, observaciones de delitos penales como el soborno y la corrupción, experiencias de falta de medidas estatales para combatir la corrupción o la percepción de que el Estado está siendo manejado por grupos de interés. No se tienen en cuenta, por otra parte, las experiencias de corrupción de los ciudadanos, el fraude fiscal, los flujos financieros ilegales ni el blanqueo de capitales.
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