De la transparencia al compadreo
Desde que el Consejo de Transparencia está en manos de José Luis Rodríguez, pedir información detallada sobre la actividad de ministros se ha convertido en una maniobra que conduce a un kafkiano e impúdico callejón sin salida.
No se le puede pedir transparencia a un Gobierno cuyos ministros se enteran por los medios de la renuncia de su vicepresidente segundo, que para más inri aprovecha un viaje al extranjero del presidente del Ejecutivo para anunciar su treta. Sin embargo, las leyes están para cumplirlas, al menos en apariencia y de cara a una opinión pública que de forma sistemática ha sido privada del conocimiento de una gestión opaca, cuando no clandestina. Desde que el organismo está en manos de José Luis Rodríguez, pedir información detallada al Consejo de Transparencia sobre la actividad de ministros y altos cargos se ha convertido en una maniobra que conduce a un kafkiano e impúdico callejón sin salida, perfectamente trazado: Rodríguez se limita a redirigir al demandante de información a las agendas oficiales de sus protegidos, blindados así ante cualquier escrutinio. El secreto es absoluto, tanto como el desprecio a la regeneración de una Administración tapada por el compadreo.
PERO NOS ROBAN ESO ES LO PEOR
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