Fronteras abiertas y regiones perimetradas: control para salir de España, vía libre para entrar
La contradicción que se vive en España: los extranjeros pueden entrar y los españoles no pueden moverse.
A un extremo y otro de la frontera hispanofrancesa se está produciendo una enorme paradoja. Al oeste, comerciantes de Behobia (en Irún), a dos kilómetros de Francia, se quejan de que «están en la ruina, muriendo sin clientes galos»; mientras, al este, en el paso de La Junquera, las restricciones para que los franceses entren son apenas inexistentes. Y, en medio, en la frontera pirenaica, queda un terreno abonado a la incertidumbre: las autoridades galas desaconsejan pero no prohíben el traslado a zonas como Navarra y Aragón, al tiempo que instan a que nadie cruce del País Vasco francés a Guipúzcoa.
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