La emigración por motivos laborales se acelera. Y la consecuencia -desde un punto de vista económico- no es otra que una caída de la población activa (la que tiene empleo o lo busca de forma intensa) sin precedentes. Hasta el extremo de que si no fuera por este fenómeno -coherente con una economía que ha estado nueve trimestres consecutivos en recesión- el desempleo se situaría en estos momentos en un cifra histórica. Nada menos que el 27,9% de la población activa, lejos del 26,3% actual.
Esto es lo que cree el servicio de estudios de la Caixa, que en su último informe mensual de coyuntura ofrece un dato estremecedor. Desde el segundo trimestre de 2011, que es cuando España cayó en una segunda recesión, la población activa se ha reducido en 375.000 personas. O dicho en otros términos, en apenas dos años se ha destruido tanta población activa como habitantes tiene la provincia de Burgos, lo cual lastra el crecimiento económico futuro. Lo más preocupante, con todo, es que este fenómeno se produce en un país en el que la tasa de actividad ha sido históricamente baja. De hecho, se sitúa en estos momentos en el 59,54%, el peor registro desde el primer trimestre de 2008, que es cuando comenzó a manifestarse con cierta intensidad la crisis.
Y eso que la tasa de actividad entre los inmigrantes (un 74%) es sensiblemente superior a la de la población autóctona, que se sitúa en apenas un 55%, según muestra la última Encuesta de Población Activa (EPA). En el caso de los mayores de 55 años, baja hasta un increíble 21,69%, lo que significa que apenas la quinta parte de quienes tienen más de 55 años (un 28% en el casi de los hombres y sólo un 17% en el de las mujeres) tiene empleo o lo busca de forma activa.
Un par de datos los dicen todo. Como recuerda el servicio de estudios de la Caixa, la población activa creció rápidamente en España durante la etapa expansiva. De los 16,3 millones de 1996 se pasó a los 23,1 en el segundo trimestre de 2011. Durante estos años el crecimiento fue prácticamente ininterrumpido.
¿Y dónde se ha concentrado la reducción de la población activa? Pues según los datos de Estadística, este fenómeno se ha agrupado, fundamentalmente, en el colectivo de extranjeros. En concreto, desde el máximo que se alcanzó en el primer trimestre de 2009 su número se ha reducido en 485.000, hasta los 3,2 millones. En el caso de los españoles, la reducción ha sido, igualmente, muy intensa. La población activa entre españoles ha caído en 88.300 personas.
Se rompe la tendencia
Se rompe, de esta manera, una tendencia creciente que se manifestaba en la economía española desde la segunda mitad de los años 90, principalmente a causa de la incorporación de la mujer al mercado de trabajo.
Ahora, ese movimiento se ha venido abajo. Fundamentalmente, en el colectivo con edades comprendidas entre 16 y 34 años, más proclives a la movilidad laboral. Según la última EPA, el número de activos con edades comprendidas entre 16 y 24 años ha retrocedido en los últimos dos años en 171.000 personas, mientras que entre quienes tienen más de 25 años y menos de 34, la caída ha sido equivalente a 311.000 personas, lo que da idea de la dimensión del problema.
Como recuerda la Caixa, los movimientos de los inmigrantes “son muy sensibles a las perspectivas laborales”. Y cuando estas eran favorables en España, el aumento fue notable, pero cuando la situación ha cambiado, los flujos migratorios se han invertido. Sin duda, la mejor situación económica en sus países de origen o en otros países europeos también ha ayudado a revertir esta tendencia. Algo que no ocurre, por razones obvias, con los españoles que deciden emigrar por motivos estrictamente laborales.
El número de españoles que se han visto obligados a salir al extranjero en busca de un empleo es una incógnita. La mejor aproximación la ofrece el Padrón de Españoles Residentes en el Extranjero (PERE), y según esta referencia el número de personas con nacionalidad española que reside en el extranjero alcanza los 1,93 millones con fecha 1 de enero de 2013. Esta cifra supone un incremento del 6,3% (114.413 personas) respecto de los datos a 1 de enero de 2012. Es decir que el año pasado casi 115.000 españoles comenzaron a residir en el extranjero. Argentina, Brasil, Cuba y Francia han sido los destinos preferidos, pero hay que tener en cuenta que estos datos no identifican las causas de la emigración, por razones laborales u otro tipo de argumentos.
Lo que sí está claro es que desde 2009, que es cuando el INE comienza a elaborar el Padrón de Españoles Residentes en Extranjero (PERE), el número de desplazados ha crecido en 460.000 personas, lo que da idea de la intensidad del fenómeno de la nueva emigración.Si bien hay que tener en cuenta que está cifra está sesgada al alza debido a las mayores facilidades que se dieron en el pasado (con la Ley de Memoria Histórica) para obtener el pasaporte español. Por el contrario, el PERE tampoco recoge un número indeterminado de españoles que se ha marchado al extranjero, pero que no ha comunicado su nueva residencia a las autoridades consulares.Se trata de una emigración invisible a efectos estadísticos.
Según la Caixa, el hecho de que miles de españoles salgan al extranjero a buscar un empleo, no debe leerse en términos negativos. Al contrario, Desde un punto de vista estrictamente económico, asegura su servicio de estudios, se produce “una contención del gasto público”. Pero es que, además, “estos trabajadores mantendrán o en muchos casos mejorarán su formación”. Su conclusión es que el gran reto de España será, una vez la recuperación económica se haya consolidado, “volver a atraer a este colectivo que gozará de una experiencia laboral muy valiosa para una economía cada vez más internacionalizada”.
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