El anteproyecto acaba de salir del Consejo de Ministros. Tres meses antes de expirar los Presupuestos Generales del ejercicio anterior. Eso dice la Constitución respecto a las cuentas del Estado. Según los clásicos, es el gran debate político del año porque en el juego de ingresos y gastos públicos se acaban retratando, en función de las prioridades de unos y otros, quienes gobiernan y quienes aspiran a gobernar.
El fin de semana ha servido para echar las cartas. El Gobierno envió por delante a la infantería, los dirigentes del PP, con la misión de predicar la buena nueva anunciada el viernes por la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría: “Estos son los Presupuestos de la recuperación”. “¿La recuperación de quién?”, le respondían cinco minutos después desde Ferraz. “¿De qué recuperación hablan?”, se preguntaba ayer en Compostela el líder socialista, Pérez Rubalcaba.
Así viene el debate presupuestario del año 2014, cantado como el de la salida de recesión (0,7 de crecimiento previsto). Pero no de la crisis, pues ninguno de los dos motores funciona bien. A la inversión le falla el crédito y al consumo le falla el empleo. Los datos manejados por el Gobierno, calificados de “realistas” por la propia vicepresidenta, no justifican ni de lejos su voluntarismo. A Rubalcaba le ha faltado tiempo para negar el “milagro” pregonado por el ministro Montoro o el "fin de la crisis”, certificado por la titular de Empleo, Fátima Báñez.
A la inversión le falla el crédito y al consumo le falla el empleo. Los datos manejados por el Gobierno, calificados de “realistas” por la propia vicepresidenta, no justifican ni de lejos su voluntarismoNada nuevo en esa pugna entre Gobierno y oposición que, si se trata de la crisis económica, deja en la ciudadanía la incómoda sensación de que unos sólo ven el rosa (Zapatero anunció la recuperación para finales de 2011) y otros sólo el negro (habría salida de la crisis cuando gobernase el PP). Si usamos el mismo sistema de pesas y medidas, constataremos que el cambio de papeles no ha mejorado las cosas, al menos para quienes sólo viven de su trabajo, en caso de tenerlo.
El puesto de trabajo es el único y real elemento vinculante de las personas con las políticas económicas de los Gobiernos. Siendo ciertos los avances en indicadores como la prima de riesgo, el índice de inflación, la balanza de pagos, la competitividad de los productos españoles, las exportaciones, etc., estos no reflejan en absoluto las causas del bajón en el estado de ánimo de los españoles. A saber: paro, pobreza, desigualdad, emigración (de españoles, se entiende) y una alarmante pérdida de calidad en servicios públicos como enseñanza, sanidad, pensiones y dependencia.
Si el concepto de “recuperación” ligado por Moncloa al anteproyecto de Presupuestos para el año 2014 no se aplica a combatir esas causas del sufrimiento, se confirmará el temor a que la crisis económica se convierta en la tumba del Estado del bienestar. Con la flexibilización del calendario europeo de la estabilidad fiscal, el Gobierno de Rajoy tiene mayor capacidad de maniobra en el uso de la política presupuestaria como palanca reactivadora del crecimiento y, por tanto, de la creación de empleo y la salvaguardia de los servicios públicos. Si no lo hace, tendrá sentido la pregunta de los socialistas: “¿Recuperación de quién?”.
COMENTARIO:
Y por último tengan en cuenta que si el sector productivo privado se ha de mantener en base al consumo de los ciudadanos españoles, que sepan que los parados, los jubilados, los empleados públicos. Y muchos empleados del sector privado tienen año a año, desde 2010, una constante pérdida de su capacidad adquisitiva, por lo que malamente podrán ayudar a la recuperación del sector privado, ni siquiera para tomar una "relaxing beer in the pub".
Dependeremos, o seguiremos dependiendo, mejor dicho, de las raciones de calamares que nos pidan los turistas extranjeros. En los bares, tabernas y chiringuitos españoles
Y con estas me despido, señoras y señores.
Buenas noches.
Dependeremos, o seguiremos dependiendo, mejor dicho, de las raciones de calamares que nos pidan los turistas extranjeros. En los bares, tabernas y chiringuitos españoles
Y con estas me despido, señoras y señores.
Buenas noches.
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