DUEÑOS LOS BANCOS Y ESTADO
Durante mucho tiempo hemos sido cuatro gatos los que en este país hablábamos de sustituir el papel moneda por dinero digital, no físico, y que todos los pagos se realizaran con tarjeta. Yo soy consciente de que eso era mentar la bicha, pues en el país del fraude fiscal y de la economía sumergida generalizados retirar el dinero en efectivo estaría entre la revolución y la catástrofe, una catástrofe sobre todo para los ladrones a los que les pagan sus impuestos los que tienen una nómina. Así que ningún gobierno, ni de derechas ni de izquierdas, iba a suprimir el dinero en efectivo, porque los ladrones en España son muchos, y votan, y porque una buena parte de nuestro tejido productivo saltaría en pedazos. Sin embargo, en algunos países ya se estaba produciendo ese cambio, un cambió lógico que va con los tiempos. Hemos pasado de intercambiar 100 gallinas por una vaca, algo que era poco práctico, a acuñar monedas cuyo valor nominal era el del valor real del metal del que estaban hechas. Posteriormente, los estados se dieron cuenta de que podían mantener el valor nominal de las monedas bajando el valor real del metal, solo la cara del emperador o del rey impresa garantizaba ese valor nominal. Como tampoco era práctico llevar un saquito de monedas encima, entonces los estados inventaron el papel moneda, que en un principio no eran más que pagarés que podías cambiar por monedas; finalmente, apareció el dinero fiat, este dinero, el actual, no está respaldado por ningún valor y tampoco es un pagaré. Vaya usted al banco con un par de billetes de 500 euros y pida que le den 1.000 monedas de euro, ya verá lo que le dicen. Una vez que el papel moneda no necesitaba respaldo de ningún valor real se podía imprimir todo el papel moneda que se quisiera, y eso es lo que han estado haciendo los bancos centrales occidentales en los últimos años. Solo desde que empezó la pandemia de coronavirus, los bancos centrales occidentales han imprimido 10 billones de dólares de dinero fiat. Ese dinero se ha repartido gentilmente a particulares, empresas y entidades financieras. La masa monetaria que circula en el mercado ya es tan grande que está provocando una gran inflación, y a los gobiernos, las entidades supranacionales y a los bancos centrales no se les ha ocurrido otra cosa que echar mano de esa idea que algunos defendíamos, pero, claro, dándole otro sentido, con otras intenciones. En Suecia ya casi nadie paga con dinero en efectivo; hasta tal punto es así que hay tiendas donde el dinero en efectivo no se admite. Los suecos son gente bastante responsable y les gusta pagar impuestos, pero exigen a cambio que su dinero se gaste bien y que nadie les robe. Tanto se ha extendido en Suecia la costumbre de pagar con tarjeta que el Gobierno ha tenido que decir a los ciudadanos que tengan un remanente de dinero en efectivo, porque una caída eléctrica o un ataque informático podría impedirles comprar durante días o semanas. Sobre las vulnerabilidades de los sistemas informáticos occidentales, basados casi todos en el sistema operativo estadounidense Windows, hablaremos otro día, no les quiero meter hoy todo el miedo en el cuerpo con un solo artículo. Tal es el desastre que se avecina, si no se hace algo para intentar evitarlo, que, a regañadientes, se va a recurrir al dinero digital para intentar controlar la inmensa masa de dinero circulante, pero, argumentarán, mintiendo como bellacos, que es para controlar el fraude fiscal. Los bancos están en bancarrota (nunca mejor dicho) desde que estalló la crisis financiero-inmobiliaria de 2008 y solo sobreviven gracias a que son utilizados por los estados para valorizar el dinero de mentira haciéndolo circular en el mercado. Eso se terminó y ahora los bancos intentarán sobrevivir gestionando el dinero digital ¡cuidado! Mientras estas cosas suceden en Occidente, Rusia se ha desprendido de casi todos los activos que tenía en dólares y los ha cambiado por oro, no por oro de sus inmensas reservas siberianas, sino por oro occidental. Putin no necesita preocuparse por ganar las elecciones y puede acometer políticas a medio y largo plazo. Lo mismo está haciendo China. El gigante amarillo se ha erigido ya en la primera potencia económica mundial y los chinos quieren implantar una nueva moneda patrón que sustituya al dólar, una moneda convertible, respaldada por oro y por valor real. Esa moneda china, por supuesto, también tendrá su versión digital. Los chinos ya no están dispuestos a cambiar su trabajo y los productos que elaboran por “Mortadelos”, aquellos billetes de mentira con los que jugábamos de niños que llevaban impreso el famoso personaje de Francisco Ibáñez y que no valían nada. En Venezuela, para intentar controlar la hiperinflación, van a quitar unos cuantos ceros a los billetes de bolívares y también van a implantar el dinero digital, pero la alquimia y la ingeniería financiera no pueden evitar que para comprar una vaca sigan haciendo falta 100 gallinas. ¿Qué sucederá cuando el dinero digital que usted va a tener en el banco pueda ser dinero fiat o dinero convertible, respaldado por valor, y usted pueda elegir? Veremos.
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