Biden defiende en un discurso a la nación la salida de Afganistán: «No repetiré los errores del pasado»
El presidente de EE.UU. se dirige a los ciudadanos acosado por las críticas a su retirada de Afganistán
Joe Biden defendió este lunes, en un discurso a la nación ofrecido desde la Casa Blanca, su decisión de no mantener una presencia militar «permanente» en Afganistán y actuar únicamente en acciones antiterroristas. «No repetiré los errores del pasado», aseguró el presidente de EE.UU., que se preguntó «cuántas vidas» costaría permanecer en el país asiático.
A su juicio, la misión del despliegue en Afganistán en 2001, tras los atentados del 11-S, no era construir una nación, sino evitar que el país se convirtiera de nuevo en base para que Al Qaida atacara a EE.UU., y ese objetivo ya se ha conseguido.
Biden regresó este lunes a Washington después de pasar el fin de semana en la residencia presidencial de Camp David (Maryland), mientras EE.UU. salía en desbandada de Afganistán, entre caos y violencia, después de una guerra de veinte años que acaba en fiasco histórico.
Según recordó, él es el cuarto presidente con tropas de EE.UU. en Afganistán, y aseguró que no quiere pasarle esa responsabilidad a un quinto.
El presidente de EE.UU. volvía a la Casa Blanca acosado por las críticas y después de pasar los últimos días con la cabeza enterrada mientras la presencia de su país en Afganistán se desintegraba en pocas horas.
El discurso ocurría en el momento más bajo de la vida política de Biden, que se alarga más de cinco décadas. El presidente había pasado los últimos días recluido en Camp David, informado de los acontecimientos por videoconferencia. En una imagen compartida por la Casa Blanca, se le veía solo en una sala de conferencia, frente a una pantalla, sin nadie alrededor.
Errores de cálculo
La soledad es lo que mejor define el momento político del presidente Biden. A pesar de que muchos –tanto entre la clase política como en el electorado– le acompañaron en su idea de abandonar una guerra impopular, imposible de ganar y muy costosa en vidas y dinero.
Con lo que nadie contaba eran los errores de cálculo flagrantes que han abocado a la Administración Biden a este desastre, comparable a los últimos días de la guerra de Vietnam.
Los más altos cargos de la Casa Blanca en materia internacional –como el secretario de Estado, Antony Blinken, y el asesor nacional de seguridad, Jake Sullivan– han tratado en los últimos días de defender la decisión de devolver las tropas a EE.UU. y de quitarse responsabilidad por el caos.
Sullivan aseguró que Biden tenía encima de la mesa «malas opciones», pero que se mantenía en la que tomó. Sin embargo, reconoció que «la velocidad a la que cayeron las ciudades» –en referencia al avance apabullante de los talibanes para controlar todo el país– «era mucho mayor de lo que cualquiera podía prever, incluidos los afganos».
Biden ha defendido hasta ahora que heredó una situación pésima de su antecesor –un acuerdo sin condiciones con los talibanes y una fecha límite para el regreso de las tropas del 1 de mayo de este año–, pero que cumplió con la promesa electoral de poner fin a una «presencia militar interminable».
Era, en realidad, una elección con mucha carga política: él sería el presidente que por fin terminase con la guerra –los tres anteriores presidentes lo prometieron y ninguno cumplió– y lo celebraría, con mucha carga simbólica, en el 20º aniversario del 11 de septiembre, los ataques terroristas que fueron la raíz de esta guerra.
Muchos –en especial en el Pentágono y en la inteligencia– le aconsejaron no ejecutar una salida tan apresurada. Él optó por anotarse el tanto político y luego ocurrió lo impensable: la debilidad del ejército afgano –descosido con la falta de apoyo estadounidense– permitió una campaña militar avasalladora de los talibanes.
La Administración Biden esperaba mucho más tiempo para organizar su salida. Ese fue su fallo mayúsculo, y por el que ahora le llueven las críticas. Desde editoriales, como el ‘The Wall Street Journal’, que habla de «la peor humillación desde la caída de Saigón en 1975», hasta ataques por todos los flancos políticos.
Son los mismos que antes apoyaron una salida rauda de Afganistán –como la que acordó Trump– o que criticaban que se mandaran más tropas, como tendría que haber hecho Biden para evitar esta situación.
Mitch McConnell, líder de la minoría republicana en el Senado, aseguró que la salida ha sido una «chapuza». «Todo el mundo estaba advertido de que esto ocurriría», siguió Liz Cheney, también republicana, diputada en la Cámara baja. «Esto es un desastre completo», siguió su compañero de bancada, Michael McCaul. «Esto será una mancha en la presidencia de Biden y creo que se quedará con sangre en las manos por lo que han hecho».
A pesar de que los líderes demócratas han tratado de seguir el relato de la Casa Blanca, no han faltado críticas entre sus filas. «Es una crisis de proporciones incalculables», dijo la diputada Jackie Speier. A su juicio, «es un fracaso de la inteligencia».
Trump: «Derrota histórica»
«Lo que ha hecho Joe Biden en Afganistán es legendario», reaccionó en un comunicado Donald Trump. «¡Pasará como una de las grandes derrotas de la historia de EE.UU.!». Trump, como sus antecesores, no está exento de culpa en el fiasco de EE.UU. en Afganistán.
Pero la cara de la debacle, como responsable de la organización y ejecución de la retirada de Afganistán, es la de Biden.
¿CUÁL ES EL PACTO DE TRAICIÓN
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