BAJO EL PARAGUAS DE LA SALUD PRIMERO, TODO SON TROPELÍAS INEXPLICABLES.
Llevo meses haciéndome preguntas desde que despierto, para intentar, como hacía Sócrates con sus discípulos, encontrar las respuestas por mí misma, pero no lo consigo. Quizás algún lector de esta carta me pueda ayudar.
¿Es proteger a nuestros mayores mantenerlos encerrados en los geriátricos desde hace un año, cuando ningún otro sector de la sociedad hubiera soportado tan largo periodo de tiempo en esta situación?
¿De qué ha servido la vacunación de los residentes en los geriátricos si siguen sin poder salir al exterior en casi ninguna población de Asturias?
¿Nos damos cuenta de que muchos de ellos tienen avanzada edad y están viviendo la última etapa de su vida encerrados?
¿Cuántos han muerto o morirán por otras enfermedades ajenas al covid sin haber podido disfrutar de un paseo al aire libre, una conversación sin barreras con su familia, un café en una terraza?
¿Nos importan las consecuencias mentales provocadas por este encierro interminable?
¿Nos atrevemos a mantener dicho encierro prolongado porque sabemos que nunca vamos a oír sus protestas debajo de nuestras ventanas?
¿No permitimos la apertura de los geriátricos porque tememos una denuncia de un familiar que nos acuse de un contagio provocado por una mala praxis?
¿No denunciamos esta situación porque nuestro trabajo depende de que no protestemos ante nuestros superiores por las medidas inhumanas a adoptar?
¿O no denunciamos esta situación porque así no estamos obligados a visitar a nuestros mayores regularmente?
He de hacer constar que escribí una carta con mis preocupaciones ante la situación de los geriátricos del ERA al presidente del Principado, a la consejera de Derechos Sociales y Bienestar y a la gerente del ERA el 29 de septiembre, sin haber recibido respuesta hasta el momento. Quizá su respuesta me hubiera servido para dejar de preguntarme a diario si nos estamos olvidando de las graves consecuencias de las medidas implantadas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario