La corrupción lleva al país a las portadas de los principales medios de comunicación del mundo.
No queríamos potenciar la marca España? Pues ahí está. Por fin en boca de todos. Reflejada en los principales medios de comunicación del globo, los anglosajones, los más influyentes. «Rajoy, involucrado en un escándalo de corrupción» («Financial Times»). El «escándalo Bárcenas» «agita al partido en el poder» y alcanza por primera vez a su líder («Wall Street Journal»). En la actual situación económica, el caso no contribuye a «calmar la atmósfera en España» (BBC).
¿Para eso se creó un observatorio dedicado al seguimiento y a la promoción de nuestra marca en todo el mundo? Para que luego vengan jueces y periodistas, eternos aguafiestas, a fastidiarlo todo. Con razón se quejaba en su día de los suyos Berlusconi. Y mientras tanto, mentises y más desmentidos. ¿Es ésa realmente la caligrafía del tesorero? ¿No habrá suplantado algún desaprensivo su personalidad? Por todas partes, protestas de inocencia, manifestaciones de honorabilidad, que al fin y al cabo, señores, estamos en España. Anuncios de auditorías internas y externas. Transparencia, luz y taquígrafos. Caiga quien caiga. ¡No faltaría más!
Pero aquí se impone la prudencia. Aquí no dimite nadie. No como hacen otros por ahí por un doctorado más o menos, por un plagio que se remonta a tantos años atrás, por un pequeño préstamo recibido para un chalé, por aceptar la invitación a un viaje de un empresario. Aquí, prietas las filas. Consigna: normalidad y a seguir trabajando. Ladran, luego cabalgamos. Al fin y al cabo somos campeones mundiales de fútbol y de balonmano. Y también de paro. Circo sin pan.
Pero siempre que llueve escampa. Y finalmente saldrá el arco iris, que iluminará el paisaje. Se trata de resistir hasta las próximas elecciones, y queda aún tiempo más que suficiente. La memoria es breve. Especialmente la de nuestros compatriotas. Que han sido, además, siempre tan comprensivos, tan generosos con sus gobernantes. Al punto de volver a votarlos muchas veces como si aquí no hubiese pasado nada, que podrían incluso perdonarles todo una vez más si al final del túnel comienza a verse un hilillo de luz. Porque se les anunciará, si no, un nuevo desastre para el caso de que vuelvan otra vez los mismos que dejaron el país hecho unos zorros. Los que arrastraron por el suelo la marca España, esa que tanto está costando levantar desde entonces y que ahora se ve otra vez manchada.
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