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viernes, 15 de febrero de 2013

LA HORA DE LOS JÓVENES POLÍTICOS

“Jamás he viajado en primera clase, por principios”.

La dirigente criticó, en una reunión de la Internacional, a los líderes socialistas.
Talegón ha ejercido de abogada, profesora y empleada de McDonald's. / kike para.
Beatriz Talegón (Madrid, 1983) se enorgullece de ser socialista. La semana pasada, en Portugal, se plantó frente a los líderes mundiales de la Internacional, criticó que pretendieran promover la revolución desde hoteles de lujo, y su discurso ha corrido como la pólvora por las redes sociales. Ya en Madrid, reconoce que el PSOE se ha equivocado en los últimos tiempos y que sus decisiones han decepcionado a muchos. Lo hace, precisamente, en Casa Labra, la tasca donde Pablo Iglesias creó el partido, hace más de 130 años. Defiende que es el momento de olvidar miedos, complejos y vergüenzas: “Si hay algo constante en la izquierda, es que vivimos en una continua refundación, siempre pensando en el cambio y la autocrítica”.

Talegón insiste en que no pretende quitarle el puesto a nadie. Cuando subió a aquella tribuna, solo cumplía con su deber como secretaria general de la Unión Internacional de Jóvenes Socialistas (IUSY, en sus siglas en inglés). Durante la cena, casi no prueba las croquetas. Diez días después de pronunciar aquellas palabras, sigue con el estómago cerrado. No se podía imaginar tantas muestras de cariño. Su teléfono no para de sonar. Pero ella está tranquila porque sabe que el domingo, cuando regrese a Viena —donde vive y se encuentra la IUSY—, la anécdota dejará paso a la rutina.

Mientras, resta importancia a las críticas de algunos miembros de las Juventudes Socialistas: falta de preparación y de coherencia, le achacan. A sus 29 años, habla tres idiomas, es licenciada en Derecho, ha ejercido la abogacía, ha impartido clases de música, ha sido voluntaria e incluso ha estado empleada en un McDonald’s. Detrás de los 13 años que ha cotizado a la Seguridad Social se esconden muchísimas entrevistas de trabajo. “Cualquiera puede comprobar mi trayectoria. Cobro 2.500 euros y pago 1.000 de impuestos en Viena. Jamás he viajado en primera clase, por principios”, se defiende.

Es hiperactiva e idealista. “Sí, de verdad creo que se puede cambiar el mundo”, confiesa mientras sonríe. Solo ha tenido un cargo público, como concejal en Cabanillas del Campo (Guadalajara), y fue el único momento en que se planteó dejarlo todo. No podía entender las zancadillas de algunas personas de la formación. Talegón separa, sin embargo, esas malas prácticas del resto de la política. Por eso, a pesar de haber dimitido en 2008, continuó afiliada al partido.

Fue en esa época cuando, según ella, algunas decisiones socialistas decepcionaron a los españoles. “No entendí la supresión del impuesto de patrimonio, por ejemplo”, explica. De ahí que apele a la valentía para volver a defender los ideales. Le gustaría que hubiera listas abiertas y que las primarias no se conviertan en una batalla interna. Está convencida de que la política es susceptible de mejorar, de ganar en transparencia, y de que el PSOE puede levantar la cabeza otra vez. “De tanto hablar de la crisis del partido, al final uno se va desmoralizando”.

Talegón sabe que la calle ha dejado de sentir que el socialismo está a su lado. Y cree que la solución pasa por lanzar un mensaje optimista, “para que la gente vuelva a creer”, y no defraudar. Recalca que en España hay muchos buenos políticos, aunque quizá no reciban “toda la atención que merecen”. Por eso, si le proponen un proyecto que le interese y que tenga un buen equipo detrás, se plantearía aceptar un cargo público.



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