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martes, 24 de mayo de 2022

CARA A CARA EN LA ZARZUELA.

 Cara a cara en La Zarzuela

Con el retorno de Don Juan Carlos a Abu Dabi se derriba un muro de anomalía institucional. Pero no hubo foto de su encuentro con el Rey, y eso añade un plus de tensión al final de la visita

EL regreso de Don Juan Carlos a Abu Dabi se produjo tras su esperada visita a La Zarzuela, donde estuvo varias horas con el Rey y con miembros de su familia. La Casa Real comunicó anoche cómo transcurrió un encuentro que estaba llamado a ser un punto de inflexión necesario para recuperar a la institución de un largo periodo de tiranteces, roces, fricciones y frialdad entre miembros de la Familia Real. El enquistamiento de cualquier relación personal jamás debería afectar a la solidez de la Corona porque los síntomas de debilidad siempre son aprovechados sin escrúpulos por aquellos partidos que promueven la demolición de la Monarquía parlamentaria. Por eso era relevante la reunión, independientemente de que hubiese sido más oportuno celebrarla a la llegada de Don Juan Carlos a España, y no a su salida.

Estética e institucionalmente eso tenía mucho más sentido, como lo tenía que ayer se hubiese difundido alguna fotografía del encuentro. Más allá de que no fuese una reunión oficial, sino privada, como mantiene la Casa, si esa imagen se ahorró es porque cabe suponer que no todo se ha desarrollado durante estos días a la perfección deseada. La reunión es una buena noticia, pero esa imagen habría satisfecho a muchos monárquicos preocupados.

Atrás queda un viaje privado que era necesario, que debe servir para normalizar lo que en absoluto era normal, y que quizás se repetirá en próximas semanas, aunque lo deseable es que fuese con menor visibilidad y publicidad, y con más discreción. La Corona, su estabilidad, su imagen y su reputación son el pilar de nuestro modelo de Estado, y cualquier pretensión de socavarla resulta perjudicial para España. Con certeza habrá habido errores en la visita de Don Juan Carlos, pero necesariamente hay que colegir también que su cara a cara con Don Felipe debe servir para rectificarlos en próximas visitas. Para el futuro, lo idóneo sería que la comunicación entre ambos se lleve a cabo por canales directos, oficiales, sin intermediarios, con fluidez, y evitando mantener una relación mediante filtraciones o mensajes a través de terceras personas. Todo lo que no sea situar a la institución por encima de cualquier cuita o desentendimiento, por rígido que sea, puede suponer un plus de desgaste, y eso es lo que conviene evitar. En cualquier caso se ha podido derribar un muro de extraña anomalía institucional. Y eso es precisamente lo que irrita a quienes atacan siempre a la Corona, incluso de forma calumniosa, como ha ocurrido con el Gobierno. Así, resulta necesario defender a la Monarquía desde la exigencia de una institución unida, con capacidad de sacrificio y cesión -la principal, por parte de Don Juan Carlos-, y con un sometimiento exhaustivo a las condiciones que el Rey y su padre hayan pactado desde ahora, sin excesos de ningún tipo. Después de su reencuentro con el Rey, Don Juan Carlos regresa a Abu Dabi con el deber de acometer una reflexión sobre la proyección pública de sus actividades y el servicio a la Corona.

La Familia Real es muy importante para muchos millones de españoles, y todos debemos tomar conciencia de que la amenaza va a ser persistente, como ayer demostró el Gobierno lamentando que Don Juan Carlos se haya marchado sin disculpas ni explicaciones. Es legítimo exigirlas, sí. Pero para ser realistas, tampoco serviría de nada. No se iban a contentar cuando solo desean humillar a la Corona. Explicaciones ha dado allí donde la Fiscalía y Hacienda se las han exigido. La Monarquía tiene un problema, pero el problema no es la Monarquía. En verdad, no quieren reformar la Constitución ni forzar una reforma para que el Rey pueda ser investigado. Solo quieren que no haya Rey ni Constitución.

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