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sábado, 11 de septiembre de 2021

MÁS AEROPUERTO QUE DIADA

 Más aeropuerto que Diada

El día grande del independentismo arranca con poco ambiente y en un clima de desunión entre los partidos secesionistas

La agenda 'indepe' de la Diada del 11 de septiembre ha empezado este sábado con la tradicional ofrenda floral al monumento a Rafael de Casanova, militar de la guerra de Sucesión (siglo XVIII) reivindicado por el soberanismo como uno de los referentes históricos del movimiento. A diferencia de otros años, hoy el acto fue calmado, sin apenas abucheos del público ni salidas de tono por parte de los líderes políticos. En esta ocasión la mañana estuvo marcada por la presencia de los presos indultados en junio y la polémica del aeropuerto que, de hecho, ha protagonizado más comentarios que las habituales apelaciones a la independencia.

En clave política, el presidente catalán, Pere Aragonès, ha podido superar con éxito la primera prueba del 11-S en que se ha estrenado como presidente. Llegó, dejó su corona rodeado del Govern y se marchó sin dar declaraciones ni escuchar gritos ni insultos. Junts entregó sus flores de manos de dos presos indultados, los exconsejeros Josep Rull y Joaquim Forn. También estaba Jordi Sánchez junto al vicepresidente del Govern, Jordi Puigneró.

La comitiva posconvergente fue seguida de la de ERC, encabezada otros tres líderes condenados por el 1-O: Oriol Junqueras, Carme Forcadell y Raül Romeva, acompañados a su vez por Pere Aragonès. Tras ellos, una delegación de las juventudes republicanas.«Solo tendremos aquello que nos ganemos nosotros mismos», afirmó Elisenda Paluzie, de la ANC, que se negó a responder en castellano las preguntas de las televisiones estatales.

Durante la mañana, el monumento barcelonés ha reunido una amalgama de la clase dirigente catalana. Desde los líderes de CCOO y UGT, al presidente del Barça, pasando por el cantautor Lluis Llach (que en nombre del Consell de la República, pidió conseguir la independencia «lo antes posible») y una nube de diputados, consejeros, empresarios, altos cargos, dirigentes de los Mossos, alcaldes (entre ellos Ada Colau) y regidores de casi todos los partidos catalanes menos Vox o Ciudadanos. También estaba Jordi Cuixart, que dijo que la «amnistía» abrir la negociacion con el Gobierno.

Algunas pequeñas formaciones soberanistas también usaron la presencia de cámaras y micrófonos para lanzar sus mensajes. Demòcrates pidió una «reacción» cuatro años después del 1-O. «Su mandato es vivo», afirmó su líder, Antoni Castellà al aseverar que Cataluña ya lleva más de 300 años de «diálogo». «Dialogar por dialogar no sirve absolutamente de nada», zanjó. La cita también sumó representantes de partidos como el PNV, cuya portavoz en el Senado, Estefania Beltrán, reclamó "reconocimiento nacional" para Cataluña y el Pais Basco. «Esfuerzo compartido», resumió en una delegación que acompañó a la del PDECat, cuya líder, Àngels Chacón, pidió un catalanismo más «integrador».

En las declaraciones a la prensa que se han sucedido con el himno de Cataluña en bucle de fondo, se amontonaban los comentarios sobre la «desjudicialización y el diálogo» por parte de socialistas y comunes, los llamamientos a la unidad en la «mesa de diálogo» por boca de ERC o las consignas a favor de la confrontación hechas por Junts. En general, pocos movimientos tácticos, muchas preguntas sobre la polémica abierta por la inversión del Estado en el aeropuerto de Barcelona y unos líderes soberanistas pendientes de la manifestación de la Assemblea Nacional Catalana (ANC) de la tarde, verdadero termometro del estado de ánimo secesionista.

AHORA SE DIVIDEN.

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