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miércoles, 29 de septiembre de 2021

OTRA MENTIRA...

¿QUÉ FUNCIONA?

 Mi padre lleva cuatro años en silla de ruedas. Yo tengo una familia que atender y mal que me pese, no puedo atenderlo por falta de tiempo y de fuerza física.

Con fecha 28 de noviembre de 2018 (hace prácticamente tres años) se solicitó con todos los informes médicos pertinentes la valoración de su discapacidad, ya que precisa –como por otra parte es lógico–, una atención continua por parte de familiares y de personal ajeno a la familia para poder hacer sus necesidades y simple y llanamente para poder pasar de la cama a la silla de ruedas.

Hasta ahora no hemos tenido ninguna noticia del resultado de esa solicitud. Y no solo eso, sino que además hemos realizado dos reclamaciones vía registro a la Consejería de Derechos Sociales y Bienestar; hemos enviado e-mails tanto a la señora Melania Álvarez García como al señor presidente de nuestra comunidad autónoma, el señor Adrián Barbón Rodríguez, los cuales únicamente nos responden (a través de la jefa de Gabinete de la Consejería) que han hecho “el firme propósito de mantener la tensión en el mismo nivel de intensidad tanto en la gestión ordinaria como en la extraordinaria”.

Estamos en una situación familiar alarmante, con una persona que contribuyó 65 años sin una queja al sostenimiento del sistema, y que, en el momento que solicita una ayuda, el responsable autonómico mira para otro lado... Tomen nota, señores lectores, porque es muy posible (ya que el destino no lo conoce nadie) que cualquiera de ustedes se vea en la misma situación.

¿Hay que esperar tres años para que se tome una decisión acerca de si una persona necesita una ayuda mínima? ¿Las personas que tienen que ser asistidas continuamente con un gasto económico elevado, y que han estado toda su vida contribuyendo al desarrollo de los demás, no tienen derecho a que, cuando menos, se reconozca su situación?

Pues parece que, desde las estructuras de la organización y gestión autonómicas, que son las que deberían estar al servicio de todos los ciudadanos, no hay prisa ni interés alguno para solucionar, no nuestra situación particular, sino también la de muchas otras familias, ya que no somos los únicos que nos encontramos en esta tesitura.

Y recordemos que no estamos pidiendo ningún trato de favor, simplemente que se compruebe y valore la situación de una persona que durante muchos años contribuyó a sostener esta región.

Y el colofón a esta situación dantesca es que conocemos algún otro caso similar en el que, pocos meses después de realizar la solicitud (y habiéndose solicitado posteriormente a la de mi padre) sí se ha investigado y valorado la situación de esas personas.

No quiero meter el dedo en la llaga, ni hacer más grande una herida que ya es de por sí profunda, pero por lo menos tomen nota los ahora cotizantes de lo que les espera como esto siga así.

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