Fulminan a Didier Raoult, el 'apóstol de la cloroquina' defenestrado por la comunidad francesa
El microbiólogo lleva año y medio provocando agrias polémicas sobre tratamientos más o menos imaginarios del Covid-19, sembrando dudas entre la sociedad civil
La comunidad científica y la burocracia sanitaria estatal han conseguido terminar expulsando de sus instituciones al doctor Didier Raoult, que lleva año y medio provocando agrias polémicas sobre tratamientos más o menos imaginarios del Covid-19, sembrando dudas entre la sociedad civil.
El doctor Raoult ganó una cierta celebridad nacional en la primavra de 2020 cuando anunció los «efectos positivos» que tendría el uso de la hidroxicloroquina en la lucha sanitaria contra la pandemia.
Epidemiólogo que trabajaba en el Instituto hospitalario - universitario de Marsella, el doctor Raoult ganó una popularidad vertiginosa, durante buena parte del año pasado, en los momentos de más alta tensión de la crisis sanitaria. Las cadenas de radio y televisión se disputaban sus declaraciones, siempre mesiánicas, convirtiéndolo en un personaje ultra popular.
Emmanuel Macron terminó aceptando escuchar a Raoult, declarándose «impresionado», lo que exacerbó a una parte de la sociedad gala. El grupo de consejeros médicos y sanitarios que acompañan al jefe del Estado, desde el principio de la crisis, hicieron públicas sus reservas, graves y profundas.
Durante el último semestre, las declaraciones intempestivas de Raoult han agravado su caso. Los colegios de médicos fueron los primeros en denunciar su comportamiento, expulsándolo o poniéndolo en la picota profesional.
Finalmente, los más altos responsables del Instituto hospitalario universitario y la Asistencia Pública de Marsella han decidido rescindir sus contratos con el profesor, que será invitado a abandonar su puesto en los servicios de infecciones y epidemiología que él mismo creó el 2011. François Crémieux, director general de Asistencia Pública-Hospitales de Marsella, que gestiona todos los servicios sanitarios regionales, ha declarado: «Seguimos afrontando una crisis mundial. Nuestras instituciones no pueden estar sometidas a la presión de comportamientos irresponsables. Debemos sanear el funcionamiento de nuestros hospitales. La renovación del personal y la adaptación a la crisis, nacional e internacional, es una urgencia absoluta».
Tras esa retórica ecuménica apenas se oculta una maniobra burocrática para prescindir de los servicios del doctor Raoult, cuya jubilación pudiera ser efectiva desde finales de este mes de agosto.
Microbiólogo famoso, personaje muy colorista, polemista temido, Raoult había anticipado su previsible expulsión de las instituciones sanitarias de Marsella y su región, presentando demandas para prolongar sus servicios. Los colegios de médicos, primero, la burocracia sanitaria nacional, después, han terminado por ganar la batalla a un personaje cuyas declaraciones han causado estragos entre una opinión pública víctima de intoxicaciones de muy diversa naturaleza.
LAS FARMACEÚTICAS NO QUIEREN COMPETENCIA.
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