Cuba, el doble castigo de la represión y la ambigüedad.
El testimonio de Camila Acosta, corresponsal de ABC en La Habana, que en páginas de Internacional narra en primera persona la experiencia de su detención por el régimen castrista, representa una nueva llamada de socorro, la enésima que sale de la isla, de quienes sufren la represión de la dictadura cubana. No cabe la ambigüedad ante la violación sistemática de las libertades que ejerce el régimen presidio por Díaz-Canel, y tampoco la equidistancia que permite, como a Pedro Sánchez y a las fuerzas de izquierda que encabeza el presidente del Gobierno, criticar a Estados Unidos por su embargo -Cuba nunca ha sido bloqueada- para evitar la condena del castrismo y adoptar, también como Josep Borrell, al frente de la diplomacia europea, una posición que roza la complicidad con la tiranía cubana, similar a la que da oxígeno al chavismo. Pisoteados por su Gobierno desde mediados del siglo pasado, los cubanos no merecen tanta indiferencia y tantas evasivas.
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