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viernes, 30 de abril de 2021

EL FEUDAL.

CUALQUIERA VALE PARA ESTO

Señor presidente, me dirijo a usted por este medio a ver si de esta forma me puede aclarar varias dudas y preguntas referentes a las vacunas y los protocolos que se siguen al respecto.

Me gustaría saber quién tiene el verdadero control de las vacunas en Asturias y por qué seguimos especulando con la picaresca.

La burocracia apagafuegos que tenemos en nuestra comunidad autónoma, donde se ha montado teóricamente un número de teléfono en el que te informan de todo, pero en el que, en realidad, es imposible enterarse de nada y donde nadie te atiende físicamente, creándote aún más dudas, solamente sirve para alterar un poco más el cabreo de la ciudadanía, que ya tiene bastante con la pandemia.

No es normal que quien se encarga de poner la vacuna, por el mero hecho de tenerla en su mano físicamente, también pueda especular y facilitar los atajos para que algunos sinvergüenzas sean vacunados sin que les corresponda. Estos casos paralelos los vemos desgraciadamente a diario sin que nadie tome medidas al respecto; en determinados casos, los mismos encargados de vacunar son quienes asesoran a los que atajan sin pudor para que traten de estar en determinado lugar o en determinada vivienda a la hora concertada. Ya está bien de tanta sinvergonzonería y demagogia barata; si estos casos no desaparecen en el Principado es porque nadie se lo ha propuesto con responsabilidad, todo son disculpas en los organismos oficiales para encubrir a los sinvergüenzas, siempre negando la mayor, y, mientras, los que necesitan la vacuna y están pendientes de cumplir fielmente con los protocolos solo tienen derecho al pataleo.

Las personas con distintas capacidades, en algunos casos con diversas patologías, siguen sin vacunar, y sus cuidadores principales (padres o madres) siguen aparcados e ignorados. Estas personas siempre son las grandes perjudicadas, y ahora, con el covid-19, mucho más; se están vacunando personas a las que aún no les toca, y ellos, que iban en el cuarto grupo, ahora ni se sabe, pues ya cambiaron once veces los planteamientos de estas personas.

Señor presidente, le hablo desde Corvera; nuestro hijo lleva en casa desde marzo del pasado año. Si ya estuviera vacunado, podría ir al CAI de Villalegre y normalizar un poco su vida, pero a la vista está que estas personas son las últimas para todo. Pasaron de ser un grupo prioritario a ser un grupo invisible.

En algunos centros se vacunaron usuarios, cuidadores y familiares, y casualmente en el CAI de Villalegre nadie sabe con qué criterio se vacunaron un grupo pequeño del grado tres (no todos) y algunos del grado dos y también algún familiar.

Quedan 42 usuarios, algunos con patologías graves, sin vacunar y nadie sabe o quiere saber nada al respecto. ¡Ya está bien!

Que fácil es desviar la atención con un número de teléfono donde nadie te atiende físicamente, y cada vez son más los que se cuelan por la puerta de atrás, en algunos casos con la ayuda de quienes deberían garantizar el riguroso orden protocolario.

¿Se han parado a pensar el daño que les están haciendo a estas personas?

Sus vidas desde que han nacido están llenas de limitaciones, y ahora, con el covid-19, su situación todavía es más difícil; están acostumbrados a sus rutinas, sus terapias, sus momentos de ocio, y con esto lo han perdido todo, han dejado de socializar (algo muy importante para ellos).

Si para todos es difícil, pónganse en la piel de estas personas por un momento.

Personas adultas vulnerables cuidadas por madres y padres mayores; por lo tanto, todos de riesgo, y aquí seguimos esperando...

Un saludo.

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