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domingo, 3 de noviembre de 2019

REHENES DEL PROCÉS:

Vista de la concentración convocada por los CDR, en contra de la sentencia del "procés", este miércoles en los Jardinets de Gràcia (Barcelona).

Rehenes del «procés»: El secesionismo centra sus ataques en la ciudadanía

Los CDR han focalizado sus acciones en el corte de carreteras, más de 500, y el bloqueo de vías férreas: los principales afectados, los catalanes.

La escena comienza a ser recurrente. Un grupo pequeño, a veces de no más de 20 personas, cruza una calle, o una carretera, y bloquea el paso de coches durante varias horas. En las vías de tren, a veces no hacen falta más de dos activistas. Con una motosierra se corta un árbol y se echa talud abajo sobre las vías. El resultado es conocido: conductores y pasajeros atrapados, horas de trabajo perdidas, citas médicas anuladas... En definitiva, una alteración de la vida cotidiana, que es precisamente lo que busca el independentismo, que ha convertido a los propios catalanes, simpaticen o no con la causa, en los sufridos rehenes de las protestas. Como se explica desde el independentismo, se trata de no normalizar la situación, un goteo de acciones que visibilicen la excepcionalidad del momento.
Desde el pasado día 14, cuando se conoció la sentencia para los líderes independentistas, las incidencias en la red de infraestructuras y servicios de transportes del territorio catalán derivadas de las protestas no han cesado. El modus operandi de los cerca de 25 grupos territoriales de los CDR que se encargan de convocar los cortes ha sido siempre el habitual para estos colectivos de radicales: vía redes sociales y con constantes mensajes para reactivar a los manifestantes.
A diferencia de las cinco marchas por la libertad organizadas, en las que sí hubo un gran poder de convocatoria desde el minuto cero, los microcortes han arrancado con pequeños grupos de activistas, que, a pesar de ser pocos, no han encontrado una respuesta policial en frente. Por ahora, no se conocen problemas derivados más allá de la indignación de los afectados, aunque el cansancio de muchos empieza a ser visible, y de los enfrentamientos verbales entre conductores atrapados y manifestantes,en algún caso ya se ha pasado a las manos.

La factura de los CDR


Las afectaciones de los CDR y sus costes no son fáciles de determinar: según datos actualizados facilitados por el ministerio de Fomento a ABC, las pérdidas por los disturbios ya superan los 7,5 millones de euros y cerca de 200.000 viajeros han sufrido las consecuencias, ya que se han cancelado 166 vuelos, 246 trenes y 6 escalas de cruceros, además de incontables retrasos. La factura, que no es definitiva, incluye reparaciones de infraestructuras, reposición de activos, indemnizaciones y pérdidas de ingresos, pero deja fuera todo el daño inmaterial, como la mala imagen, una vez más, de Cataluña.
De esta factura destacan los 1,2 millones que costará la recuperación del aeropuerto Josep Tarradellas Barcelona-El Prat, bloqueado el día 14, y los cerca de 700.000 euros que acumulan desde entonces las infraestructuras ferroviarias catalanas, con cortes y sabotajes por parte de los radicales. Renfe contabiliza ya más de una treintena de incidentes por todo el territorio. Entre los más graves están las obstrucciones en las vías con árboles talados entre La Garriga y Les Franqueses (Barcelona) o entre Figueres y Flaçá (Gerona) o con un bloque de hormigón en Golmés (Lérida), que afortunadamente no provocaron ningún daño y que podrían haber acabado con algún tren descarrilado.
Por surrealista que parezca, los manifestantes han llegado incluso a poner un frigorífico entre las vías y también han cortado cableado eléctrico con objeto de alterar la normalidad ferroviaria. La situación ha llevado a los profesionales del sector a alertar del riesgo que están provocando. «Se están dando las condiciones para un accidente grave que todos lamentaremos», apuntaron esta semana CC.OO. y UGT en un comunicado conjunto. Adif, además, ha presentado una denuncia ante el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) por los daños e incidentes ocasionados, como siempre hace en este tipo de casos.

505 cortes de calles

Además, los bloqueos de carreteras se han extendido por todo el mapa catalán. Según datos del Servicio Catalán del Tráfico (SCT) facilitados a ABC, entre el 14 y el 30 de octubre se han registrado 505 cortes por manifestaciones o marchas lentas. Con quema de neumáticos, palés apilados a modo de barrera, sentadas populares y convocatorias en las que se pide acudir con tiendas de campaña o sacos de dormir, los numerosos sabotajes se han producido a menudo con pocos activistas a pie de carretera, algunos de apenas cinco minutos u otros de más de 19 horas –como el día 15 en Gurb (Barcelona)– y casi siempre ante la pasiva mirada de los agentes de los Mossos d’Esquadra, que toleran estas alteraciones aunque las realicen una veintena de manifestantes.
Mención aparte merecen las afectaciones dentro de Barcelona. Además de copar el centro de la ciudad, las manifestaciones y sus derivadas violentas y los bloqueos se han ido sucediendo. Entre ellas resalta, por su persistencia pero no tanto por su afectación real, el corte nocturno en la avenida Meridiana, la arteria de acceso a Barcelona desde Gerona. Allí, cada noche, y ya van 20, decenas de manifestantes han hecho rutina de cortar la vía, aunque a esas horas no supone ningún «bloqueo de país», como ellos mismos pretenden.
Esta misma semana, además, la acampada de estudiantes en plaza Universidad se ha postulado como nuevo reducto de los independentistas. Más allá de estas consecuencias en el tráfico, las últimas protestas de los CDR se han centrado en intentar boicotear al PSOE (en el acto de Pedro Sánchez en Viladecans el miércoles) y atacar a las sedes de Cs y PP, con una convocatoria bajo el nombre de «castañada». Su próxima cita, que posiblemente alterará la movilidad, de nuevo los catalanes rehenes de las protestas, serán las acciones contra la presencia de la Familia Real en Barcelona.
REPUBLICA CATALANA ES UNA DICTADURA

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