La niña de dos años que toca el piano, lee, escribe y recita poemas.
La pequeña vive en Almuñécar (Granada) y tiene un Coeficiente Intelectual de 146 puntos.
Claudia Aranda es una niña de Almuñécar (Granada) que tiene poco más de dos años y está enamorada de las letras y la música. Todavía lleva pañal y es capaz de recitar poemas de Antonio Machado, Federico García Lorca y Lope de Vega, tocar el piano y reconocer más de 300 pinturas. «Al principio no queríamos creerlo, cuando leía poníamos excusas porque no encontrábamos sentido a lo que hacía y cuando empezó a sumar, bromeábamos», explica Sandra González, madre de la niña. Después de varias visitas a Isep Clínic, una clínica de Granada, resultó que Claudia es superdotada y que tiene un Coeficiente Intelectual de 146 puntos en la Escala de Inteligencia de Wechsler.
Todo empezó con el cuento de Frozen. «Recuerdo que yo lo escondía para que jugara con otras cosas, pero ella lo sabía y me lo pedía. Hemos convertido la lectura en algo lúdico y estamos muy ilusionados por ello», declara la madre. Después de esto a Sandra se le ocurrió darle una cartilla de lectura de primero de primaria que sirve para aprender a leer y «no lo soltaba», asegura. Fue entonces cuando decidieron consultar su caso con especialistas en psicología y pedagogía.
A los 26 meses escribió su primera palabra, su nombre, en la pared de casa y a los 27 «escribía todo», cuenta Sandra. Tal es su desarrollo que incluso ha escrito un poemario llamado «Calíope». «Es la niña más precoz del mundo en escribir un libro», anuncia su madre. Tanto ella como Francisco pretenden que aparezca en el Guinness de los récords, ya que «bate de sobra el anterior, establecido en un niño de cuatro años y medio».
Según sus padres Claudia es una niña muy observadora y escribe «cosas impresionantes». Le encantan los poemas por la musicalidad que contienen y los canta. «Un día vimos su libreta, pasamos todo lo que estaba escrito a limpio y lo llevamos a la imprenta para hacer copias en su propia letra», narra Sandra.
La pequeña, que en noviembre cumplirá los tres años, también sabe tocar el piano. «Le encanta la música clásica, en concreto el piano y cuando se lo compramos empezó a aprender», relata su padre. Él, como profesor de literatura, se quedó muy impresionado cuando su hija reconocía a personajes literarios. «Luego me fui acostumbrando», señala.
Francisco admite que la velocidad de vértigo a la que aprende Claudia es muy difícil de seguir, ha aprendido la hora en cuestión de días, y «ahora estamos con los idiomas, concretamente aprendiendo italiano e inglés», explica su padre. Para ayudarle, Sandra se queda muchas noches hasta altas horas de la madrugada estudiando.
Escolarización
La niña todavía no está en edad de estar escolarizada, por lo que todo lo que ha aprendido lo ha hecho en casa. Su madre es la que más tiempo pasa con ella y su padre, que sí trabaja, no la disfruta tanto. Ambos tienen dudas sobre qué hacer cuando tenga que ir a la escuela. «Los niños superdotados atienden solo a lo que no saben. Lo que ya han aprendido si lo repites se aburren. Necesitan retos mentales para subir su autoestima, por lo que el primer día en el colegio puede ir muy bien, pero a largo plazo... No sabemos que hacer», declara Sandra.
Laura González, psicopedagoga del Isep Clínic de Granada y una de las especialistas que ha tratado y evaluado a Claudia desde hace poco más de un año, indica a ABC que lo ideal es continuar el aprendizaje en función de sus posibilidades. Además, advierte que hay que perder de vista que a nivel emocional todavía tiene dos años, aunque su componente cognitivo sea elevado.
«Cuando juntas a niños con altas capacidades con otros de la misma edad a veces se produce el síndrome de disincronía», relata la especialista. Se trata de una brecha entre el desarrollo intelectual y el emocional y social, que es el correspondiente a su edad cronológica. Según Laura, estas diferencias crecen con los años y es bueno tenerlas presentes.
La parte que la niña tiene más desarrollada es la cognitiva y la del lenguaje. «Tiene una madurez por encima de la media en aspectos como la memoria, la lógica, la percepción y el desarrollo cognitivo», asegura la experta.
No obstante, «nada tiene que ver la dotación con el éxito que pueda tener en un futuro. Todo depende del estímulo que reciba del exterior y las posibilidades que tenga de desarrollar esas cualidades», explica la psicopedagoga. Según la profesional, Claudia tiene «todos los ingredientes necesarios para conseguir lo que se proponga, ya que tiene una dotación maravillosa y una familia que le estimula adecuadamente».
Casos como el de Claudia son «extremadamente puntuales», declara Laura. Es a partir de los 3 años, edad a la que los niños suelen empezar a ir al colegio, cuando empiezan a venir los padres con situaciones parecidas a la de la familia de Almuñécar. «Sandra y Francisco se preocuparon cuando la pequeña tenía apenas un año. Unos padres que no tengan la misma inquietud que ellos o que no estén tanto tiempo con la niña quizá tarden más en darse cuenta de que su hijo es superdotado», indica la psicopedagoga.
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