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miércoles, 19 de junio de 2019

LA IDEA DE QUE LOS PADRES E HIJOS SOMOS IGUALES Y QUE TENEMOS LOS MISMOS DERECHOS,NO ES CIERTA EN ABSOLUTO.

“La idea de que padres e hijos somos iguales y que tenemos los mismos derechos, no es cierta, en absoluto”


Maribel Martínez es psicóloga y autora de '¿Cuántas veces te lo tengo que decir?' , una guía práctica para superar con nota el día a día de la crianza.

La crianza de los hijos tiene tres pilares fundamentales: el respeto, saber poner límites y las relaciones entre los distintos miembros de la familia. Esta es la regla de oro que aplica la psicóloga Maribel Martínez en su nuevo libro ¿Cuántas veces te lo tengo que decir?, el primero que escribe como única autora. Martínez ha usado su experiencia como terapeuta y como madre para publicar lo que pretende ser una guía práctica para “que el día a día de la crianza sea un poquito más fácil”: "Está, sobre todo, dirigido a padres que están un poco perdidos y no saben cómo educar a sus hijos. Cada capítulo es un clásico de los problemas cotidianos en la educación de los hijos".
Una de las cosas fundamentales que señala Martínez en sus páginas es que en la actualidad “los padres se equivocan": "Muchos actúan como si sus hijos y ellos estuvieran al mismo nivel y no es así. Así no se puede educar. Si no marcamos una línea divisoria, no nos respetarán”. La experta mantiene que es indispensable señalar la diferencia entre unos y otros, de forma que actuemos como padres y no como amigos: "Muchos tienen miedo a ser autoritarios –que son aquellos que educan a través del miedo y el castigo–, algo comprensible, y que por supuesto desaconsejo totalmente. Yo apuesto por la fórmula de hacerse respetar, no por ser padres tenemos el respeto incorporado". Y, según explica, eso significa tener una actitud, "no vale ser amigos de los hijos, vale ser padres".
Un ejemplo donde se puede ver claro, según Martínez, es con la comida. “Muchos padres dan alternativas al niño a la hora de la cena. Incluso, le llegan a preguntar lo que quieren o, si no quieren algo, cocinan más cosas. No tiene sentido. Nosotros somos los encargados de su salud y de su nutrición”. Es normal, según explica, que a los niños nos les guste todo, pero hacer más platos con el único fin de que coma es absurdo: “Un padre que le pregunta a su hijo de cuatro años qué quiere merendar le está poniendo al mismo nivel. Tiene el mismo peso su opinión que la del padre. No pasa nada porque un peque no lo haga un día. Al final, y es mi opinión, en esto, en la alimentación, la mejor educación es el hambre. Un niño que tiene hambre come, pero no les dejamos tener hambre. ¿Cómo se va a ir a la cama sin cenar? Le hago algo rico en un momento. Esa es la gran trampa”, argumenta la psicóloga.
TIENE TODA LA RAZÓN.
 

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