Las investigaciones farmacológicas han vuelto a poner a las estatinas en su punto de mira. Tanto a favor como en contra se siguen sucediendo los estudios sobre este popular medicamento utilizado para reducir los niveles de colesterol en sangre. Por una parte, los defensores de las estatinas subrayan sus beneficios preventivos para las personas con hipercolesterolemia, que verían reducido el riesgo a padecer patologías cardiovasculares, mientras sus detractores relativizan su utilidad hasta el punto de relacionarlas con placebos e, incluso, con enfermedades como la diabetes o la pérdida de memoria.
Las versiones contradictorias de los diferentes informes sobre este tipo de fármacos así como la particular cruzada del mediático Philippe Even, profesor emérito en la Universidad París Descartes y antiguo miembro de la comisión científica del Ministerio de Sanidad galo, para quien “los fármacos contra el colesterol no son efectivos”, han generado un mar de dudas entre los consumidores sobre la conveniencia o no de continuar sus tratamientos. Una desconfianza por la que la Alta Autoridad francesa de la Salud (HAS, por sus siglas en francés) se vio obligada a emprender una campaña pública para evitar el abandono en masa de este tratamiento farmacológico.
El último estudio sobre las estatinas, conducido por el cardiólogo Etinenne Puymirat y publicado en la revista Archives of Cardiovascular Disease, traduce en cifras las consecuencias para la salud de las personas que dicen estar valorando la opción del abandono, alentadas por Even y sus seguidores, según las encuestas realizadas: más de 1.100 muertes anuales por infarto de miocardio y 5.000 accidentes cardiovasculares graves. El mayor riesgo sería para los pacientes clasificados en la categoría de “prevención primaria”, es decir, que ya han sufrido algún tipo de accidente cardiovascular. En su caso, el tratamiento con estatinas “es indispensable”.
El dilema de abandonar o no el tratamiento
Las conclusiones de la investigación de Puymirat chocan directamente con las del estudio sueco No connection between the level of exposition to statins in the population and the incidence / mortality of acute myocardial infarction. Sus autores demostraron en una muestra de casi cuatro millones de personas que estos fármacos no conllevan ningún tipo de beneficio, al menos en lo que a la prevención de infartos se refiere. Esto es porque el número de fallecimientos por ataques cardíacos se mantuvo invariable durante la última década mientras que el consumo de estatinas se triplicó. Unos resultados, dicen, que deben animar a los cardiólogos a “controlar el tratamiento con estatinas, sobre todo cuando se están empleando muchos recursos públicos en su administración”.
Los médicos siempre obraron de buena fe porque ellos no son los que hacen los estudios, sino los laboratorios farmacéuticosLa polémica en torno a los efectos de este medicamento ha puesto en entredicho los ensayos de la industria farmacéutica por los supuestos conflictos de intereses de los laboratorios. “Están completamente falsificados a todos los niveles y los pacientes que forman parte del estudio no se seleccionan aleatoriamente, sino según unas características ideales para obtener los resultados que más les convienen a los laboratorios”, acusa Even en su último libro La vérité sur le cholestérol (Cherche Midi).
El dardo de este especialista en colesterol apunta a la diana del negocio farmacéutico porque, según defiende, “los médicos siempre obraron de buena fe porque ellos no son los que hacen los estudios, sino la industria farmacéutica”. Sin embargo, la mayoría de sociedades científicas y cardiológicas descalificaron las tesis de Even sobre el colesterol y pidieron a los pacientes que no suspendiesen sus tratamientos.
El investigador galo no es el único que duda de los esfuerzos de las compañías farmacéuticas por encontrar una medicina contra el colesterol. “No debe asumirse que las intervenciones, farmacológicas o de estilo de vida, destinadas a incrementar el nivel de HDL, se correspondan con un beneficio respecto al riesgo de padecer un infarto”, explicaba Sekar Kathiresan del Hospital General de Massachussets y la Escuela de Medicina de Harvard, en las conclusiones de su estudio Plasma HDL cholesterol and risk of myocardial infarction: a mendelian randomisation study, publicado en la revista The Lancet.
Alimentación y vida saludable
Junto a los tratamientos farmacológicos, la dieta y los hábitos de vida son elementos cruciales a la hora de reducir los niveles de colesterol. La fibra soluble, como la avena, cebada y legumbres, así como las grasas saludables (pescado azul, aceite de oliva y frutos secos) tienen propiedades esenciales para combatir el colesterol. En cambio, las grasas saturadas y trans (lácteos, embutido, carne roja, bollería, fritos…), junto a los triglicéridos (alcohol, dulces y demasiada fruta) aumentan la presencia de colesterol “malo”, disminuyen los niveles del “bueno” y favorecen la formación de coágulos dentro de los vasos sanguíneos.
El sobrepeso y el sedentarismo son otros factores de riesgo para contraer hipercolesterolemia (con valores de colesterol superiores a 200 mg/dL). Junto a ellos, el tabaquismo es otra de los hábitos que más aumentan los riesgos de sufrir problemas cardiovasculares. Además, cuando las moléculas de colesterol se combinan con las toxinas del tabaco, cambian su comportamiento y se hacen más tendentes a depositarse en las arterias.
COMENTARIO:
¿Y ME PREGUNTO FRECUENTEMENTE EN QUIÉN PODEMOS CONFIAR?
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