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martes, 17 de septiembre de 2013

LA TORIKA DICE A LA BANCA QUE EMPIECEN A DAR CRÉDITOS YA

El ministro de Economía y Competitividad, Luis De Guindos. (EFE)
La troika exige a la banca española que empiece a dar crédito de una vez.
Los 'hombres de negro' de la troika (Comisión Europea, BCE y FMI) que esta semana pasan la revista periódica al estado de la banca española han dejado un primer mensaje claro: las entidades tienen que empezar a dar crédito de una vez por todas para que el país pueda salir de la crisis, ya que este sigue cayendo a ritmos del 13%. Ahora bien, en sus primeros encuentros mantenidos el lunes también mostraron su preocupación por las nuevas provisiones exigidas para los créditos refinanciados y el cumplimiento de las nuevas normas de solvencia de Basilea III, precisamente dos de los factores que limitan la concesión de préstamos. En todo caso, los emisarios internacionales se encontrarán con que casi todas las entidades les responderán que ellas sí están aumentando el crédito y que las que lo restringen son las demás.
Los enviados de la troika transmitieron ayer este mensaje a los representantes de Bankia, Liberbank y Unicaja, los primeros a los que tocaba pasar por el 'confesionario'. Hoy será el turno de NCG Banco (Novagalicia) en plena subasta, Popular, Bankinter y Cajamar. Y seguirán desfilando todas las entidades importantes hasta el viernes. Es de esperar que el mensaje sea el mismo para todas, aunque evidentemente las hay con mayor y menor capacidad para dar crédito. Por ejemplo, las nacionalizadas deben reducir su balance por el plan de rescate pactado con Bruselas y tienen limitado el volumen de crédito como porcentaje de los depósitos. De ahí que denieguen ocho de cada 10 solicitudes de préstamo.
Según los últimos datos del Banco de España, referidos a julio, el crédito al sector privado (empresas y familias) sigue cayendo a un ritmo interanual del 5,5% cinco años después del inicio de la crisis financiera. De hecho, la banca prefiere tener el dinero guardado en el BCE al 0% de interés antes que prestarlo, a pesar de la caída generalizada de los márgenes. Para compensarlo, nuestras entidades se han lanzado alegremente al carry trade (pedir dinero prestado en Fráncfort al 0,75% para comprar deuda pública con una rentabilidad mucho más alta), que es lo que está salvando sus cuentas en lo que va de año.
La restricción del crédito al sector privado se justifica, según las entidades, por la falta de demanda "solvente", pero hay otros motivos: la necesidad de reducir el activo (desapalancarse) para purgar los excesos de la burbuja y elevar su solvencia, o el aumento imparable de la morosidad, que ha marcado máximo histórico en el 11,6% para el conjunto del sistema. Una mora que se va a acelerar todavía más con la reclasificación de los préstamos refinanciados a finales de mes. Y el poco crédito que se concede tiene un tipo de interés inasumible para la mayoría de empresas y familias. Para lo que sí hay dinero es para la financiación a las administraciones -que incluye la citada compra de deuda pública con la liquidez del BCE-, que crece a un ritmo del 17,3% interanual. 
Bruselas también tiene la culpa
Pero el drama de la falta de crédito también tiene que ver con otros elementos en los que la troika, y más concretamente la Comisión Europea, tiene mucho que ver. El primero es la necesidad de mayores dotaciones, en este caso para cubrir los créditos refinanciados, la "morosidad oculta" de la banca española. El gobernador Luis Linde se vio forzado en abril por Bruselas a imponer una reclasificación de estos créditos con el consiguiente incremento de las dotaciones, y además ha establecido unos criterios bastante duros para llevar a cabo esta operación. Evidentemente, si hay que destinar más recursos a provisiones no se pueden destinar a crédito. De hecho, los 'hombres de negro' también inquirieron ayer a las entidades por este asunto.
Otro elemento impuesto desde el exterior a la banca española son las normas internacionales de solvencia de Basilea III, cuyo cumplimiento también fue objeto de examen ayer. En principio, ninguna entidad debería tener problemas para cumplir con estas exigencias al final del período transitorio otorgado por las mismas (2019), lo que se conoce como phased in. El problema es que el mercado va a exigir que se cumpla ya este año lo que debería alcanzarse entonces (Basilea III fully loaded) y ahí sí que no llega ningún banco español ni siquiera con ampliaciones como las de Popular del año pasado o la de Sabadell de hace una semana.
Además, en este asunto tienen una importancia crucial los famosos activos fiscales diferidos (DTA) que llenan hasta los topes el balance de la banca española y que deben restarse de los fondos propios. Para evitarlo, el Gobierno está peleando con Bruselas una fórmula que permita que sigan computando como capital, como se ha hecho en el resto de grandes países europeos. Y aunque las perspectivas son optimistas, no parece probable que puedan salvarse íntegramente los 51.000 millones que hay en DTA.
Alguien miente
En esta visita, los 'hombres de negro' saldrán posiblemente muy sorprendidos porque todas las grandes entidades españolas aseguran que están creciendo en crédito; o en los casos en que admiten que lo han reducido (Santander, BBVA o Bankia), sostienen que aun así están incrementando su cuota de mercado; es decir, que los competidores registran caídas incluso superiores (muy superiores, cabría decir, para anular las de estos gigantes). Esto es, yo doy crédito y son los demás los que lo niegan.
Esta contradicción entre la comunicación de las entidades individuales y la agregada del sector que ofrece el Banco de España se viene dando desde el inicio de la crisis y sólo ha contribuido a profundizar el descrédito internacional de las cifras de la banca española, tanto públicas como privadas. De ahí que la troika quiera comprobar in situ cuál es la verdadera realidad de nuestro sector financiero en vez de conformarse con las cifras oficiales.
COMENTARIO:Kafkiano, las entidades invierten en deuda pública en vez de dar créditos, no por culpa del gobierno, sino del Banco de España y del Banco de Pagos Internacionales (BPI), dirigido este último por cierto por un español. En la calficación que el BPI hace de los créditos, que sirve de referencia para las entidades, la deuda pública tiene menos riesgo, y por lo tanto tiene menos coeficiente, que la deuda privada, por muy solvente que sea la empresa. Como la banca española intenta conseguir el ratio de solvencia más alto de la UE (nos han puesto el listón alto desde Bruselas), el efecto es claro: comprar deuda pública y no dar créditos. Pero además, y como puntilla, el Banco de España ha preparado una circular sobre refinanciación de préstamos que obliga a las entidades a clasificarlos como subestánadar, tanto si es repetir sin más un crédito zombi a una promotora inmobibliaria que no tiene negocio, como si es un particular o una empresa que necesita agrupar deudas para poder pagar menos y así garantizar su viabilidad como empresa o que no se va a convertir en moroso como particular. Mientras ambas cosas no cambien, el crédito no fluirá o, en palabras del BCE, seguirá rota la línea de transmisión entre la política monetaria y el grifo del crédito a particulares.
 

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