El insecto que España vendía al mundo y que valía más que el oro y la plata americanos
Hasta que la aparición de los colorantes artificiales dio al traste con este comercio, la cochinilla –llamada grana entre los españoles– fue uno de los productos mexicanos de exportación más valiosos, entre 1650 hasta 1860, tan solo superado por el or.
La cochinilla (‘Dactylopius coccus’) es un blanco y regordete pulgón procedente sobre todo de México y de Perú. Un animal parásito (para vivir necesita plantas del género Opuntia) que desde hace más de 2.000 años se usa en América para teñir ropajes y dar color a la comida. En el siglo XVI los españoles comenzaron su exportación a Europa, donde alcanzó un desorbitado precio como colorante para paños y para el uso de los pintores. Posteriormente, los españoles la introdujeron en Canarias, donde su cultivo se convirtió en un importante recurso económico para las islas.
Hasta que la aparición de los colorantes artificiales dio al traste con este comercio, la cochinilla –llamada grana entre los españoles– fue uno de los productos mexicanos de exportación más valiosos, entre 1650 hasta 1860, tan solo superado por el oro. No en vano, su uso como colorante natural se remontaba a las civilizaciones precolombinas. La cultura Paracas, que habitaba la costa del actual Perú hace unos 2.000 años, y los aztecas –en el actual México–, ya conocían las propiedades de este insecto. Cuando los españoles conquistaron México en 1521, vieron a los indígenas recoger insectos de los nopales y no tardaron en darse cuenta de sus excepcionales propiedades como pigmento natural.
Durante toda la Edad Media, en Europa había una gran obsesión por conseguir el pigmento rojo perfecto. Los tintoreros medievales, que estaban organizados en gremios, eran capaces de producir muchos colores ricos, pero el rojo resultaba sumamente difícil de obtener. Las sedas de los ricos color carmesí y escarlata eran teñidas con kermes –un pigmento rojo derivado de los cuerpos deshidratados de las hembras de otro insecto, uno procedente de la familia Coccoidea– en centros ubicados en Italia y Sicilia. Con el descubrimiento de América, la cochinilla desplazó al kermes puesto que producía un rojo más fuerte a menor cantidad.
Rápido aumento de la demanda y la oferta
Para la década de los 1570, la industria textil europea había pasado a depender del uso de la cochinilla. Según las fuentes del periodo, en el año 1580 a nivel de todo el territorio de la Nueva España (la actual zona de México) ya se producían alrededor de 133 toneladas de grana, siendo la región oaxaqueña de Nochixtlán una de las más importantes zonas productoras en esos tiempos. Su crecimiento no dejó de ir en aumento en los siguientes siglos.
Como el insecto de la cochinilla no se podía cultivar en Europa, los rivales de España encontraron otro motivo para procurar apoderarse de las posesiones hispanas. Junto al oro y la plata, el objetivo prioritario de los piratas y de los enemigos de España eran los barcos cargados de insectos secos de cochinilla. En la famosa batalla de Rande de 1702, donde una flota combinada de holandeses e ingleses atacaron una flota procedente de Nueva España, se perdieron casi todos los barcos del bando Borbón y sus mercancías, pero los españoles se cuidaron en desembarcar la plata, oro y cuarenta pequeñas arcas de cochinilla en Redondela, lo cual da cuenta del valor que tenía el insecto.
Las buenas condiciones climáticas de las Islas Canarias permitieron a la Corona española asentar allí las plantas de los nopales donde se cría el insecto de la cochinilla. En la actualidad, pese a que los colorantes artificiales han desplazado al insecto de la cochinilla, las recientes limitaciones para uso alimentario y cosmético de algunos colorantes sintéticos ha vuelto a dar alas a una actividad que todavía se desarrolla minoritariamente al norte de Lanzarote, en Canarias.
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