Conmoción en Alemania: mata a un dependiente que le obliga a ponerse la mascarilla obligatoria
El joven asesinado reclamó al cliente de la gasolinera que se pusiera la protección facial, pero este le disparó
Sucedió durante la noche del sábado en una gasolinera de la cadena Aral. Alexander, un estudiante de 20 años con un contrato parcial con el que ayudaba a pagarse la carrera, le pidió a un cliente que, por favor , se pusiese una mascarilla, como obliga la normativa vigente en Alemania en los interiores de los establecimientos. El cliente era un alemán de 49 años que se negó a ponerse mascarilla y que contestó con malos modales. El joven le hizo saber que, a causa de la normativa vigente por la situación de emergencia pandémica declarada por el gobierno, él no podía despacharle ni cobrarle la caja de cervezas que pretendía comprar.
Expuso esta explicación con educación y el cliente dejó el paquete de cervezas sobre el mostrador y salió por la puerta a las 19:45 horas. Pero a las 21:25, cuando Alexander estaba ya a punto de terminar su turno, volvió y se situó, desafiante, ante el mismo mostrador. Esta vez llevaba puesta la mascarilla, que se quitó de la cara con gesto desafiante delante del dependiente. Las cámaras de seguridad captan el pesar con el que el empleado, cumpliendo con su obligación, le volvió a pedir que por favor se pusiese la mascarilla mientras permaneciese en el interior del establecimiento. Y esta vez el cliente no respondió, se limitó a sacar un revólver del bolsillo y a dispararle en la cabeza.
«Acorralado por las restricciones»
«Le disparó de frente y a muy poca distancia. Un tiro limpio en la frente», ha descrito el fiscal Kai Fuhrmann. «La autopsia ha demostrado que murió en el acto». El asesino fue detenido el domingo por la mañana, en las inmediaciones de una comisaría de Idar-Obertein y mientras iba acompañado de una mujer que, según su declaración, le había aconsejado entregarse.
En su primera declaración, alegó que se sentía «acorralado» por las restricciones, criticó la política contra la pandemia del Gobierno alemán y denunció que «no vi otra salida, ante la creciente violación de mis derechos». Más tarde, ya ante el juez, ha declarado que ha sufrido una «enajenación pasajera» debido «al estrés y a los largos meses de sufrimiento por la pandemia».
La estación de servicio de esta pequeña localidad, en el oeste de Alemania, ha comenzado a ser invadida por velas, ramos de flores y mensajes de pésame. «Es una ciudad pequeña, nos conocemos todos y eso hace doblemente doloroso este terrible suceso», ha declarado el alcalde de esta población de unos 30.000 habitantes, Frank Frühauf. «Algo así nunca debería haber pasado y muchos menos en nuestro vecindario».
La policía investiga ahora si es posible que haya alguna otra motivación oculta o paralela para el crimen, aunque el asesino ha declarado que no conocía a la víctima hasta esa noche.
LA GENTE ESTÁ MUY MAL DE LA CABEZA
No hay comentarios:
Publicar un comentario