La UE acelera con el pasaporte covid para salvar el verano, pero no a cualquier precio
Los eurodiputados López Aguilar y Monteiro de Aguiar analizan iniciativas para impulsar la temporada turística y sentar las bases para un turismo sostenible.
Apenas 500 kilómetros separan Madeira de Canarias, archipiélagos encajonados en un rectángulo blanco en los partes meteorológicos de los informativos. La pandemia no ha hecho más que ahondar en esa sensación de aislamiento y olvido por parte de las grandes metrópolis. Pese a que el coronavirus no les ha golpeado tanto en el terreno sanitario, sí que ha hundido su sector turístico, clave para ambas economías (35% del PIB en Canarias y el 26% en Madeira).
Pero ya se empieza ver la luz al final del túnel. Después del peor año de la historia del turismo mundial, con un descenso de hasta 1.000 millones de llegadas internacionales, los programas de vacunación han activado los planes para recuperar la confianza de los viajeros y reducir las restricciones a la libre circulación. Juan Fernando López Aguilar (socialista) y Claudia Monteiro de Aguiar (popular), canario y madeirense, son los eurodiputados que están liderando las iniciativas para salvar no solo la temporada estival en el continente europeo, sino la propia sostenibilidad del sector.
La próxima semana, el Parlamento Europeo (PE) votará la posición común para negociar con los Estados miembros la implementación del pasaporte covid o certificado verde. Este documento, digital o impreso, funcionará como un salvoconducto transfronterizo que garantice una movilidad segura para los europeos que cumplan al menos uno de estos supuestos: estén vacunados, tengan una PCR negativa o hayan pasado la enfermedad.
«El Parlamento Europeo se ha fijado un objetivo de contribuir con todas sus fuerzas a restituir la libre circulación del espacio Schengen», señala López Aguilar, ponente designado para detallar el reglamento del pasaporte covid. Sin embargo, no está siendo fácil: además de las garantías de respeto al estándar europeo de protección de datos, que es el más alto del mundo («Nos aseguraremos que los datos solo se acumulen en la administración sanitaria que expida el pasaporte», asegura), el proceso legislativo es contrarreloj y frente a unos Estados no muy dispuestos a ceder su derecho a tener la última palabra en las restricciones fronterizas.
Dura batalla
Al eurodiputado le espera una ardua batalla negociadora. Ante el mandato de un procedimiento de urgencia, López Aguilar se ha fijado la fecha del pleno de junio para dar la luz verde definitiva, en primera lectura, al pasaporte covid y así estar listo para esta temporada estival. La excepcionalidad de la crisis ha acortado los plazos habituales de varios meses, e incluso años, a apenas un trimestre. Las negociaciones con la Comisión y el Consejo, o ‘trílogos’, «suelen ser a cara de perro, muchas veces hasta las tres de la madrugada», relata. La legislación europea necesita una posición conjunta de Parlamento y Consejo para entrar en vigor.
Eso sí, con cautela y lejos de triunfalismos. Tanto López Aguilar como Monteiro avisan de que el pasaporte covid no es más que una herramienta más, que dista mucho de ser perfecta ante los muchos interrogantes sobre la vacuna y la propia enfermedad.
«Si la población no tiene acceso a las vacunas, esta medida no tiene mucho sentido, puede generar inequidad y posibles discriminaciones. No hay evidencia científica de que una persona vacunada no contagie. También puede provocar que quienes no tengan acceso a las vacunas quieran contagiarse pronto para tener vía libre y poder viajar», avisa Itziar de Lecuona, directora del Observatorio de Bioética de la Universidad de Barcelona y que participará mañana en un debate sobre este tema, organizado por la Fundación Alternativas. «La propuesta es prematura. Todavía tenemos que ver cómo afecta esto al derecho de la intimidad y confidencialidad», añade.
Además de garantizar la protección de datos, la accesibilidad de las pruebas PCR preocupa especialmente a los eurodiputados, sin distinción de colores políticos, por su carácter discriminatorio. Mientras que en Francia las pruebas son gratuitas, el coste medio de la PCR en laboratorios privados de España asciende a los 100 euros. Faltan por cerrar cuestiones como la compatibilidad con los pasaportes covid de terceros, en especial Reino Unido, y con las vacunas aún no aprobadas por la Agencia Europea del Medicamento, como Spútnik V.
Desde el sector turístico se aplaude la llegada del pasaporte covid para armonizar el laberinto restrictivo entre los países de la Unión. «El certificado digital verde es un paso en la buena dirección para animar a las personas a que se vacunen y además reactivar el turismo UE, un sector que puede liderar camino de recuperación», valora el director de comunicación de la Organización Mundial del Turismo, Marcelo Risi, que ve con optimismo la próxima temporada estival. «El primer turismo que se recuperará es el local», vaticina.
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