LA LUCHA POR EL PODER PERSONAL.
Tenemos un problema en España, un problema muy serio, porque la mayoría de los ciudadanos, con el permiso de los sondeos del CIS, estamos desorientados, decepcionados, desilusionados, y, en cierto modo, también desamparados, con la política y por los políticos, ya que no nos ofrecen ni credibilidad ni confianza, dos cualidades imprescindibles que últimamente brillan más por su ausencia que por una necesaria pero escasísima presencia.
Quedan ya muy lejos los años de la añorada transición, en los que nuestros representantes quisieron y supieron estar a la altura llegando a acuerdos que posibilitaron avanzar hacia una Democracia real, de la que venimos disfrutando desde entonces pero que está haciendo aguas por todos lados.
Ahora más que nunca, debido a la profunda crisis económica, social y de salud que padecemos, es cuando se precisarían políticos que dieran la talla, que pensaran en el interés general y que no miraran solo por sus intereses personales y el de sus respectivos partidos. Ahora más que nunca es cuando debería surgir una nueva generación de hombres de Estado capaces de enderezar y de orientar el rumbo de un barco que corre el peligro de zozobrar.
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