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domingo, 12 de enero de 2020

LA GUERRA DEL PETRÓLEO.

EL PENSADOR
 
LA MUERTE ACECHA.
Quien diga que sabe lo que pasa en Oriente Medio es que no conoce Oriente Medio. Esto es así porque la complejidad de los conflictos religiosos, étnicos, culturales, hegemónicos, etcétera, en esa zona del mundo es tan grande que es imposible tener todas las claves a la hora de hacer un análisis. Pero, la peligrosa escalada que ha desencadenado el asesinato del general iraní Qassem Soleimani, cuyo vehículo fue impactado por misiles aire-tierra disparados desde un dron estadounidense cerca del aeropuerto de Bagdad, tiene unas motivaciones claras, aunque nadie sabe cuáles pueden ser todas sus consecuencias. EE UU hace ya bastante tiempo que se autoabastece de petróleo, inversiones billonarias en extracción por fractura hidráulica han permitido al gigante americano pasar de ser un importador neto de petróleo a, además de autoabastecerse, ser el primer productor mundial. Pero hay un problema: esas gigantescas inversiones se hicieron cuando el barril de crudo estaba por encima de los 100 dólares y la extracción por "fracking" solo es rentable con el precio del petróleo a 75 dólares o más, y lleva bastante tiempo por debajo de ese precio.
 El apalancamiento de las compañías petrolíferas americanas con los bancos es de tal magnitud, que si no sube el petróleo inmediatamente por encima de los 75 dólares por barril unas y otros quebrarían, desencadenando una crisis global de impagos de deuda, una crisis tan devastadora que ríase usted de la crisis financiero-inmobiliaria. El precio del petróleo, como el de otras materias primas, había bajado tanto que estaba poniendo en aprietos presupuestarios a los principales exportadores. En ese contexto debemos enmarcar la visita que hace poco tiempo realizó el presidente de Rusia, Vladímir Putin, a Arabia Saudí, estamos hablando de los dos principales exportadores mundiales. Vladimir Putin y Mohamaad bin Salman, acordaron bajar la producción para elevar los precios, pero sin que estos superaran los 75 dólares por barril para no poner en peligro la recuperación económica mundial y, tal vez, para hacer la puñeta a los EE UU.
 Trump tenía que hacer algo, porque entramos en un año electoral y si se desatara una crisis de impagos tan grande en los EE UU su reelección como presidente sería más que dudosa. EE UU ya había realizado algunas acciones de falsa bandera en el Estrecho de Ormuz para provocar una escalada de la tensión y que subieran los precios del crudo, pero la templanza de Irán, que no respondió a las provocaciones, echó por tierra las intenciones de esas acciones piratas. Ahora Trump ha ido un paso más allá, pero yo creo que no ha calibrado bien las consecuencias de sus actos. El contexto actual no es el mismo, ni parecido siquiera, al que había cuando las dos guerras de Irak.
La situación económica mundial es muy delicada y ni la EU, ni Japón, ni China pueden permitirse una crisis petrolífera, de precios y de abastecimiento. A esto hay que añadir que Rusia ha vuelto a emerger como potencia en el mundo, y, por supuesto, también en Oriente Medio y EE UU no podría atacar impunemente a uno de sus aliados estratégicos en la zona, Irán, que lo es también de China. En resumen, salvo Israel, los halcones del Pentágono metidos hasta el cuello en el entramado militar-industrial, el lobby judío y el yerno sionista de Trump, nadie, en su sano juicio, puede querer una guerra contra Irán.
 Pero asesinar al segundo hombre fuerte del país y al más querido, porque era el jefe de los que han ayudado a derrotar a los sunitas del Estado Islámico y de las filiales de Al Qaeda en Siria e Irak, no creo que haya sido una idea brillante. Irán no podrá quedarse de brazos cruzados y ya he dicho que Irán no es Irak, entre otras cosas porque cuenta con sus primos, los primos de Zumosol.

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