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martes, 7 de junio de 2016

¿POR QUÉ HABLAMOS MENOS POR EL MOVIL?

El texto escrito de las 'apps' de mensajería está arrinconando a la interacción a través del móvil empleando la voz.

¿Por qué cada vez hablamos menos por el móvil?


Un 80% de los adolescentes en EE UU prefiere comunicarse por mensajería que mediante una llamada

Un rápido vistazo mientras caminamos por la calle nos da una idea de la realidad actual en lo que respecta a los móviles: varias cabezas agachadas sin perder el ojo a las pantallas de los smartphones mientras pasean, y unos pocos que mantienen alguna animada conversación a través del móvil. Pero cada vez son menos. Un reciente estudio llevado a cabo por Pew Research entre los adolescentes estadounidenses ponía cifras a esta revolución en la forma de comunicarnos: preguntados sobre la forma preferida de comunicarse con sus amistades más cercanas, un 80% de los encuestados escogió las aplicaciones de mensajería en primer lugar. Las conversaciones telefónicas van quedándose arrinconadas como un hábito del pasado. ¿Qué está sucediendo exactamente?
Las nuevas generaciones han adquirido el hábito de utilizar el móvil como si fuera un 'walkie-talkie', manteniendo conversaciones asíncronas: uno envía un mensaje por WhatsApp y el receptor lo contesta cuando cree conveniente 

Los expertos hablan de un claro cambio de costumbres y apuntan como causante a la irrupción del smartphone. “El punto de inflexión tuvo lugar en el año 2011, cuando, por primera vez, los smartphones y tabletas superaron en venta a los ordenadores”, explica Javier Zamora, profesor titular de Sistemas de la Información en la escuela de negocios IESE. Según este experto, el móvil se ha convertido en el principal “punto de acceso a Internet” y de esta manera, el texto escrito de las apps de mensajería está arrinconando a la interacción empleando la voz. Se trata de un cambio sociológico en el que, según apunta Zamora, incluso “la llamada puede ser considerada como intrusiva”.
Esta nueva generación se ha habituado a lo que los expertos describen como una comunicación asíncrona: uno envía un mensaje por WhatsApp y el receptor lo contesta cuando cree conveniente. Este fenómeno queda más patente con otro hábito muy extendido entre los adolescentes: el envío de audios mediante WhatsApp o aplicaciones semejantes. Los más jóvenes llegan a utilizar el móvil como si fuera un walkie-talkie en el mejor de los casos, manteniendo conversaciones, una vez más, asíncronas. De nuevo, pierde la espontaneidad de la conversación, y en el plano técnico, la voz pierde terreno frente a los datos en el móvil.
Realmente, los más jóvenes tampoco han conocido el protagonismo único del teléfono fijo de casa, la única forma de comunicarse a distancia durante muchos años, y ahora disfrutan de un dispositivo en sus manos permanentemente conectado a Internet. De hecho, les resulta más cómodo enviar un emoticono y cuatro palabras que llamar a alguien para transmitir un mensaje. Sin embargo, esta forma de comunicación se deja demasiado por el camino: sus protagonistas no transmiten emociones, y lo que es peor, no son capaces de interpretar los sentimientos implícitos de la llamada comunicación no verbal. En este sentido, la psicóloga del MIT Sherry Turkle ya alertó sobre el miedo de ciertos adolescentes a hablar y en su lugar recurrir a las aplicaciones de mensajería para transmitir mensajes mas comprometedores emocionalmente.
Los móviles van matando poco a poco los sentimientos en la comunicación que son torpemente sustituidos por los emoticonos, pero esta generación con alergia al cara a cara también se está dejando por el camino la empatía. Los expertos aseguran que los más jóvenes han perdido las referencias. Y ponen como ejemplo el caso de una joven que recurrió a Reddit para saber si hablaba lo suficiente por teléfono con su pareja: habían pasado tres semanas desde la última vez que lo hicieron. Sherry Turkle destaca además que los móviles afectan a nuestra conducta aunque no los estemos utilizando: algunos estudios sostienen que los interlocutores tienden a mantener conversaciones más triviales cuando hay un móvil sobre la mesa, al aumentar la probabilidad de poder ser interrumpidos. El panorama parece que no pinta mejor de cara a futuro: la voz se ha convertido en una commodity (para los operadores que ahora se afanan por rentabilizar el creciente consumo de datos entre los usuarios.
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