El precio de una exclusiva en papel satinado suele ser un secreto casi de confesión entre publicación y personaje. Esta semana, «¡Hola!» llevaba a su portada a Víctor Janeiro y Beatriz Trapote, flanqueados por Jesús, alias «Jesulín de Ubrique» y su mujer, María José Campanario. Extraña cover para la primicia previo pago.
El motivo de tan curioso cónclave no era otro que subir la cotización de la portada de la revista, por general protagonizada por personajes de mayor raigambre que el torero —y participante habitual de realities—, la periodista y su singularísimo clan. Pero, ¿cuánto ha desembolsado «¡Hola!» por semejante despliegue de tules y tocados parabólicas?
Un conocido paparazzi apunta a que la exclusiva podría haber ascendido a 150.000, siempre y cuando, incluyera el clásico pack de reportajes. Esto es: boda, viaje de novios y anuncio del primer vástago. «Es cierto que no son personajes muy potentes pero así la publicación vuelve a demostrar que es la más fuerte». Otras fuentes se decantan por una cifra mucho más moderada: unos 50.000 euros, insuficientes si quiera para cubrir los gastos de la celebración que contó con proveedores tan insignes como Miguel Ángel (Catering), María Orellana Estilistas... además de los gastos derivados del alquiler de la finca Fuente Rey, propiedad del rejoneador Fermín Bohórquez y donde también contrajeron matrimonio Fernando Fernández Tapias y su mujer, Nuria González. Por supuesto, «¡Hola!» guarda con celo la cifra desembolsada.
Al parecer, el precio de la exclusiva también dependía del desfile de invitados populares. Carmen Lomana rechazó la invitación, así como Álvaro Muñoz Escassi y Sonia Ferrer. No lo hicieron habituales de la pareja como Olvido Hormigos, Rappel o Mari Carmen y el pato Nicol. Casualmente, la boda sí contó con algunos asistentes pintones como el duque Ahumada, Francisco Javier Chico de Guzmán o el propio matrimonio Bohórquez que no aparecen en el reportaje. ¿Por qué será?
COMENTARIO:
Mientras la cultura de este país vaya por ese terreno tendremos un país de cotillas y de ciudadanos tolerantes con corrupción y las cosas banales. Esto que ocurre en este país no acurre en los países nórdicos que suelen tomar las cosas mucho más en serio y no pierden el tiempo en esta tonterías pasajeras. Hay que leer más y ver menos tv de cotilleos. Siguiendo a estos ejemplos de friques no vamos a llegar muy lejos en nuestra sociedad.
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