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viernes, 15 de junio de 2012

LAS REVINDICACIONES DEBEN DE SER LO MÁS CÍVICAS POSIBLES PARA QUE SEAN APOYADAS POR TODA LA SOCIEDAD.

Puente moderno en Ourense-Galicia.España(foto J.A.Miyares)

LAS REVINDICACIONES DEBEN DE SER LO MÁS CÍVICAS POSIBLES PARA QUE SEAN APOYADAS POR TODA LA SOCIEDAD.

Mientras el futuro de una Europa unida se desvanece, un pasado minero de dinamita aguarda emboscado para devolver los golpes en defensa de su autoestima y defender intereses sectoriales en medio de una inquietud generalizada. Muchos asturianos, cada vez un mayor número, se preguntan si cabe este tipo de reivindicaciones en un contexto de sufrimiento tan extendido, y todavía son más los que se indignan por la batalla campal que se está librando, los disturbios y las amenazas a la convivencia por parte de la movilización.

Entre las fuerzas políticas y sociales nadie se ha explicado aún como es debido acerca de la violencia que genera el conflicto de la minería. Ni siquiera el Partido Popular, cuyas sedes están siendo atacadas, ha querido enfocar el asunto -salvo mantener que no entiende por qué se producen los ataques vandálicos- probablemente para no incendiar todavía más los ánimos.

¿Encaja la reivindicación violenta de unas ayudas al carbón en un contexto de recortes como el que vivimos? Pregunten y obtendrán seguramente una respuesta cabreada de la mayoría. Y si el conflicto, planteado en los términos actuales de barricada, avanza por el mismo camino la incomprensión y el enfado de la mayor parte de los asturianos será todavía mayor. La mecha prendida debe apagarse de inmediato en busca de soluciones. Pero de momento lo único que han empezado a negociar Interior y los sindicatos es una rebaja de la violencia.

Si los mineros querían atraer hacia sí los focos, es verdad que lo han conseguido. La prensa anglosajona ha prestado atención a los enfrentamientos porque la lucha de la mina, además de resultar exótica en medio de la zozobra actual, tan insistente como aburrida, forma parte de la historia conflictiva internacional. En el Reino Unido es fácil asociar el conflicto con las huelgas generales de los tiempos de Thatcher. Resulta también fácil identificar la revuelta de la minería con la temperatura guerracivilista, la revolución de 1934 y la revuelta de 1962. Pero no todas las revoluciones son iguales. A veces la realidad está obligada a imponerse al mito.

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