Fuente de las Burgas.Ourense-Galicia(foto J.A.Miyares)
España e Italia condicionan el pacto de crecimiento a medidas de urgencia.
Rajoy y Monti condicionan el plan de crecimiento a que vaya acompañado de soluciones a corto plazo al problema de la deuda
Rajoy alerta: "Muchas instituciones españolas no pueden financiarse"
Foto de familia de la cumbre: el presidente español, Mariano Rajoy, se acerca al primer ministro italiano, Mario Monti. Los dos líderes hablan unos segundos y Rajoy le hace un gesto para continuar la conversación más adelante. No hablan de fútbol, a pesar de que ambos países se enfrentarán el domingo en la final de la Eurocopa. Ahí se fragua una alianza inesperada: España e Italia se plantaron anoche en la cumbre europea e impidieron aprobar el pacto por el crecimiento –120.000 millones de euros, equivalentes al 1% del PIB de la UE– hasta que los socios europeos se decidan a aprobar medidas en el cortísimo plazo para estabilizar los mercados, que tienen a ambos países con el agua al cuello. Ese acuerdo parecía totalmente cerrado: se pactó precisamente en la cumbre de Roma, la semana pasada, a la que Monti y Rajoy asistieron. Tanto España como Italia están a favor de las medidas para favorecer el crecimiento, pero fuentes del Gobierno español explicaron que ese pacto “es totalmente insuficiente: no es creíble sin medidas para desencallar el asunto prioritario y urgente, una solución al problema de la sostenibilidad de la deuda”, que obliga a ambos países a pagar interesas exorbitantes para captar dinero en los mercados financieros. “El enfermo europeo agoniza por España e Italia. Y la UE se empeña en seguir teniendo la tentación de enseñar los planos del próximo hospital”, explicaron fuentes diplomáticas para justificar el bloqueo.
En lugar de centrarse en ese problema, la UE arrancó la cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno con el debate sobre el pacto por el crecimiento, primer punto de una agenda que incluye también los cambios en la estructura institucional de la UE: más unión política, unión fiscal, unión bancaria, esas cosas. Madrid y Roma, en una medida sin precedentes a ese nivel (en el caso español al menos desde los años del Gobierno de José María Aznar), bloquean cualquier tipo de acuerdo mientras no haya medidas para tranquilizar a los mercados. Fuentes del Ejecutivo explicaron que el objetivo es que cualquiera de los fondos de rescate europeo (el temporal o el permanente) compre deuda en el mercado “sin que haya condiciones macroeconómicas”, extremo al que se opone radicalmente Alemania. Berlín podría estar dispuesta a ceder en la compra de bonos, pero siempre que exista condicionalidad estricta. Es decir, que España suba el IVA inmediatamente, que presente un presupuesto bianual o que endurezca la reforma laboral.
Crisis económica, financiera y de empleo. El Estado, al rescate de la banca. Envejecimiento demográfico que afecta a la competitividad y al Estado del Bienestar. Competencia a la baja en costes y salarios. Dependencia de unas importaciones de energía cada vez más caras. Desplazamiento hacia Asia de la producción de ahorro. La lista es aún más extensa, y hace tiempo que la marea europesimista decreta que la Unión va de fracaso en fracaso a la hora de lidiar con esos problemas de largo plazo. Sin embargo, el fantasma de un gobierno ausente –y la dificultad para cerrar un acuerdo entre Berlín y París para salvar el euro— planeaba ayer en la cumbre de Bruselas, y no precisamente por la falta de ideas de medio y largo plazo. Los líderes están cerca de dar pasos sustanciales hacia la unión política en sus más diversas formas: unión bancaria, unión fiscal y quizá, en un futuro, eurobonos o alguna forma de mutualización de la deuda, siempre que se cumplan las condiciones que quiere imponer Alemania con la ayuda de los países acreedores (Holanda, Finlandia y Austria). Grandes palabras, pero poca concreción para tratar de solucionar los problemas que han puesto al mismísimo euro en el disparadero.
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