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viernes, 24 de junio de 2022

EL GOBIERNO CONTRA EL GOBIERNO

 El Gobierno, contra el Gobierno

Es difícil imaginar mayor grado de irresponsabilidad política ante un compromiso internacional como la cumbre de la OTAN como la que demuestran los ministros de Podemos

LA cumbre de la OTAN que se celebrará en Madrid los próximos días 29 y 30 es el espejo en el que se reflejan todas las contradicciones e incoherencias del Gobierno de coalición que preside Pedro Sánchez. Se trata de una ocasión excepcional para que España adquiera un protagonismo inusual como anfitrión en el concierto internacional, especialmente en el ámbito de la defensa occidental. Con la invasión rusa de Ucrania enquistada y con un proceso inminente de ampliación a Suecia y Finlandia, esta cumbre resulta especialmente importante y, por esto mismo, le corresponde al Gobierno de Sánchez cuidar no solo la organización puramente logística y material del evento, sino también el respaldo político a cuanto significa la presencia de España en la principal institución de defensa atlántica.

Sin embargo, lejos de ofrecer una imagen y una realidad de cohesión, que sería lo propio de un gobierno democrático occidental y europeo, la bienvenida que va a deparar el de Pedro Sánchez a los países miembros de la OTAN es una división entre comunistas y socialistas, en medio de un coro de manifestaciones alimentadas por una parte de su propio Gobierno, la formada por los ministros de Unidas Podemos. Es difícil imaginar mayor grado de irresponsabilidad política ante un compromiso internacional de esta envergadura. Además, la discrepancia en el seno del Gobierno se alimenta con la retórica propia de la extrema izquierda, disfrazada de pacifismo y no alineación, cuando realmente exuda apoyo a Vladimir Putin, quien representa una especie de reverberación del viejo imperio comunista a la que no dejan de sucumbir los nostálgicos del estalinismo. Salvo cambios de última hora, en la manifestación convocada por la izquierda para este domingo en Madrid estará el secretario de Estado para la Agenda 2030, Enrique de Santiago, a la sazón secretario general del Partido Comunista. Quizá lo harán gritando «No a la OTAN», con mensaje incluido al Ministerio de Defensa en el rechazo al «presupuesto militarista».

Con estos socios, Pedro Sánchez no puede decir que su Gobierno tiene política exterior ni de defensa, y así se explica la quiebra interna del Gobierno en los asuntos fundamentales de la estrategia diplomática española: Sáhara, Marruecos, Argelia, Ucrania y OTAN. Si Pedro Sánchez no participa en las rondas de los principales dirigentes occidentales sobre Ucrania, por ejemplo, se debe al escepticismo de los socios atlánticos sobre la fiabilidad de su Gobierno. Europa y Occidente no viven un momento adecuado para tolerar veleidades frente a la renovada amenaza rusa.

Solo España tiene un gobierno con ministros de extrema izquierda que atacan a la OTAN, que realmente disculpan a Rusia por la invasión de Ucrania y que quieren situar a España fuera del espacio de las democracias occidentales. No se puede pedir confianza cuando no se dan las condiciones para merecerla. Ahora bien, nada de esto es fruto del azar, o de una imposición externa. Este estado de cosas es fruto de decisiones tomadas por Pedro Sánchez con pleno conocimiento de causa –le iban a quitar el sueño, según reconoció en su momento– y ratificadas punto por punto cada vez que sus socios comunistas se comportan como comunistas. Las ministras Belarra y Montero no son desleales con Sánchez, porque Sánchez las consiente y las acepta en su Ejecutivo sin estar obligado a mantenerlas. La cumbre de la OTAN empezará y terminará y España habrá sido una buena anfitriona, pero tendría que aspirar a ser algo más, un socio realmente fiable con el que cualquier aliado occidental pueda hablar sin temor a varios ministros de Sánchez.

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